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‘Breakfast At Tiffany’s’ cumple 50 años

‘Breakfast At Tiffany’s’ cumple 50 años

‘Breakfast At Tiffany’s, la popular novela escrita por Truman Capote, y en la que se basa el aún más renombrado film del mismo nombre, cumple en estos días cincuenta años. La ocasión, naturalmente, no ha pasado desapercibida. La editorial Vintage lanzó el año pasado una edición especial ‘cincuenta aniversario’, de una obra que todavía vende más de 30 mil ejemplares por año.

Asimismo, el emblemático vestido negro Givenchy que lució la actriz Audrey Hepburn en la película, fue subastado el año pasado por nada menos que 947 mil dólares. Y es que tanto la obra como el film han soportado admirablemente el paso del tiempo. Su popularidad es aún significativa.

Por lo tanto, este ‘cincuenta aniversario’ de ‘Breakfast At Tiffany’s –conocido en su día en nuestro país como ‘Desayuno con Diamantes’– constituye una oportunidad ideal para rememorar el impacto que tuvo la película en 1961, y en los años posteriores.

Este film dirigido por Blake Edwards no ha sido considerado como una de las grandes películas de la historia del cine. Sin embargo, ningún otra película ha influido tanto en el desarrollo de la industria de la moda como lo hizo en los años 60, y aún muchos años después esta producción.

En los 60, el omnipresente mundo de la moda y el concepto de sociedad de consumo tal como lo conocemos hoy, no existían. El concepto de moda era algo que solo se conocía entre la aristocracia y en los grupos de elite. Fue en se contexto en el que hizo irrupción ‘Breakfast At Tiffany’s. Su impacto en la sociedad –con aquella imagen de Hepburn ataviada con su largo vestido negro, sus exuberantes joyas, sus extralargos guantes y su igualmente largo ‘cigarette holder’– fue de tal magnitud que todavía dos generaciones después muchas mujeres jóvenes intentaban identificarse con ella.

Aquella imagen sedujo al mundo con su sensualidad y donaire, transformándose en uno de los iconos cinematográficos más representativos del siglo XX. Hepburn sintetizó entonces, y así ha quedado registrado para la posteridad, como la viva y máxima expresión del glamour, el estilo y la sofisticación.

Su caracterización de la vivaracha y arribista Holly Golightly es sencillamente memorable. El film en su conjunto es tan cautivante como inolvidable. Y aunque ella no fue la elegida por Capote para el papel –el prefería a Marilyn Monroe–, su carrera y la película misma quedaron indeleblemente marcadas y definidas  por este personaje.

Uno de los aspectos más característicos de esta película lo constituye el extraño ‘happy end’ con que cierra la misma, el cual dicho sea de paso, no está en la obra original.

El embriagador sentido de tristeza que trasmiten estas escenas tiene mucho más peso que la felicidad alcanzada por los personajes. En el fondo se escuchan los acordes de ‘Moon River’,   mientras el film se eleva al infinito.

El Nacional

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