¿Qué Pasa?

‘Quantum of Solace’:  Un James Bond como Ninguno

‘Quantum of Solace’:  Un James Bond como Ninguno

En toda franquicia con aspiración de perpetuarse en la memoria colectiva, los cambios son constantes, e incluso, imprescindibles. Ese es, de hecho, uno de los principios capitales que rigen la vida. Pero así como los cambios van y vienen, proporcionando de esta forma la capacidad de reinvención  de una serie o personaje; también hay una serie de códigos  y elementos –diríamos el smoking, los artefactos tecnológicos o aquella lacónica frase:”Mi nombre es Bond. James Bond”, de la serie del agente 007– que permanecen inalterables y se repiten de capítulo en capítulo a través del tiempo. Son los elementos significantes que definen e identifican a un personaje.

‘Quantum of Solace’, el más reciente capítulo de la serie del agente británico James Bond representa, sin embargo, la más libre de cuantas historias del súper agente más famoso de la historia del cine se hayan llevado a la pantalla.

El film puede significar, en ese sentido, una vuelta a los orígenes del personaje, con un Daniel Craig imbuido de la más firme frialdad y determinación que alguien pueda imaginarse, o por el contrario, puede constituir una vuelta de tuerca demasiado obvia y arriesgada que señala, al mismo tiempo, el nacimiento de un nuevo James Bond, mucho más cerca de la línea esquizofrénica de Jason Bourne que de sus propias raíces. ¿Hasta dónde será esto cierto?  Sólo el tiempo y la taquilla lo dirán.  Pero lo que si es un hecho es que nos encontramos ante un héroe de acción nada particular; un James Bond cegado por la rabia y una sed de venganza –a eso se reduce la trama: Bond se lanza a una encarnizada cacería a través de varios países para vengar la muerte de su adorada Vesper Lynd–; que va sembrando el terror por donde pasa. Es un héroe tan humano como cualquiera, carente de la sofisticación y elegancia de antaño, tan violento y taciturno como cualquier otro que usted haya visto en cualquier película.

El relato es una continuación directa de ‘Casino Royale’. Atrás han quedado muchas cosas. Los mortíferos artilugios que sólo Bond podía usar han desaparecido. Y por consiguiente, también Q, el personaje que los creaba. Tampoco está presente el iris sangrante de la presentación (aparece al final). Además, Bond ya no se presenta asimismo con su lacónica frase. El famoso tema musical ha sido relegado a un tercer plano… ¡ah, y los Martinis tampoco saben ya igual! En fin, Bienvenido a la ‘momentánea’ nueva era de Bond. No quiere decir esto que todo en ‘Quantum of Solace’ –por cierto, un título fatal sacado sin ningún otro elemento de una historia corta de Ian Fleming– sea decepción y lamentos. Es cierto que el villano de turno Dominique Greene a nadie intimida. Sin embargo, una hay una serie de secuencias de acción endiabladamente frenéticas y tan trepidantes que no dan respiro. Lo lamentable es que hasta ahí llega la diversión. De nada sirve la presencia de la sensual y exótica Olga Kurylenko, pero la culpa no es de ella, sino de un guión cuyos puntos fuertes son las coreografías…

Esta es una superproducción de 200 millones de dólares, y a muchos habrá de complacer. En general, no obstante, este uno de los Bonds menos emocionantes y satisfactorios en muchos años.

El Nacional

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