¿Qué Pasa?

“Feo de Día… Lindo de Noche”.

“Feo de Día… Lindo de Noche”.

Tuve la oportunidad de ver el martes pasado la más reciente película del director de cine dominicano, señor Alfonso Rodríguez, “Feo de Día… Lindo de Noche”.

¿Hace el film reír? Por supuesto que hace reír, y estoy seguro que hay quienes sin ningún esfuerzo llegarán a la carcajada más espontánea. ¿Pero es esto cine? Por favor.  Mientras mayor sea el grado de “dominicanidad” de cada quien, mayor será su capacidad de divertirse con esta película.

 La historieta se centra en Lorenzo, (Fausto Mata), un exitoso ejecutivo empresarial quien cae en cierta depresión al considerarse así mismo poco atractivo para conquistar bellas mujeres. Pero  todo cambia cuando un buen día, una bella rubia le complace su deseo y lo transforma, por unas cuantas horas, en un apuesto galán ¿Encontrará Lorenzo la felicidad ahora que puede llevar a la cama a cuanta mujer se le antoje?

Plateada de esa forma parecería que estamos ante una historia interesante y consistente, plena de ingenio, chispa e hilarantes diálogos.

Pero la realidad es que el film está muy distante de allí. Aquí no solo no existe verosimilitud alguna, en términos de lo que tiene que ver con una historia bien estructura y puesta en imágenes de forma coherente, sino que en general, el relato carece de asidero alguno.

De hecho, como consecuencia de una puesta en escena que se asemeja más a un conjunto de sketches televisivos que a una historia en largo metraje, la narración precisa de la necesaria continuidad que es consustancial a una producción cinematográfica, salvo imposiciones de estilo. Tómese como ejemplo la forma como se ‘cierra’ en el túnel el impasse entre Mariel y el Lorenzo lindo.

Por lo demás, con la excepción de la fotografía de Peyi Guzmán, no queda ningún otro recurso al cual apelar. La edición es plana y opaca, y de hecho requiere de mayor precisión. Sobreabundan y agobian los devaneos de Lorenzo ante la negativa de Mariel, y además, hay secuencias gratuitas como la infantil persecución en el centro comercial.

Ahora bien, probablemente el mayor problema del film es al mismo tiempo su punto fuerte. Al combinar la jerga dominicana –que por supuesto sólo hace reír a los mismos dominicanos– con una serie de muecas y exageraciones, el  director Rodríguez acertó indudablemente al crear una fórmula que divirtiera al gran público doméstico, pero no en contar una historia a través del cine.

El Nacional

La Voz de Todos