Opinión

“No marginar a las personas”

“No marginar a las personas”

Si ves a un homosexual o lesbiana en la calle, ¿ves para el otro lado?  ¿Sientes ganas de ofenderlo o decirle que desaparezca?  Si una persona cercana a ti es gay,  ¿le dejas de hablar?  ¿Sientes odio por las personas diferentes a ti? …¿Sabías que lo que tienes es “homofobia”,  es decir, un odio irracional. El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy linda: no se debe marginar a los homosexuales, “hay que integrarlos en la sociedad”, declaró recientemente el Papa Francisco.

La homofobia se manifiesta en varios escenarios. Estos escenarios pueden ser el mismo seno familiar, el campo laboral, los servicios de salud, los servicios públicos. Igual se manifiesta en la política, en la educación, en las iglesias, en actividades sociales y deportivas, en fin,  de  muchas formas, en la sociedad.

La homofobia pasiva o activa, crea y consolida un marco de referencias agresivo contra los homosexuales, señalándolos  como personas peligrosas, viciosas, ridículas, anormales y enfermas, marcándolas de esta forma con un estigma específico que es el cimiento para las acciones de violencia social (exclusión y escarnio público), política (desigualdad legal) y física (ataques y asesinatos).

Todavía en el 2013, en algunos países del Caribe, se considera la homosexualidad como un delito. En nuestro país no hay leyes que prohíban los actos homosexuales consensuados entre adultos, como tampoco hay una  legislación antidiscriminatoria que proteja a los homosexuales.

Por otra  parte, existen países en nuestra región, en donde los actos materiales de discriminación y los discursos de incitación a la discriminación son prohibidos por la ley. El Código Penal prevé circunstancias agravantes en los casos de muerte, tortura, violencia, amenazas, agresiones sexuales, extorsiones, violaciones, si el móvil del crimen es la homofobia. Al mismo tiempo, el código de trabajo sanciona las discriminaciones y el acoso moral hacia los homosexuales.

A mí me resulta difícil explicar a mis hijos, que, hace 60 años, las mujeres no disfrutaban de los mismos derechos que los hombres, que el matrimonios interraciales estaban prohibidos, y que la epidemia de SIDA, se propagó de manera desproporcionada, porque la Iglesia decía que era un castigo divino y se oponía torpemente al uso del condón y a la educación sexual en las escuelas.

“El odio contra las personas de distinta identidad u orientación sexual es una agresión contra la vida misma y una clara violación a los derechos humanos básicos, que consignan que se debe  evitar distinciones entre los seres humanos.

 “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo?  La tolerancia a la diferencia sexual es más sana que el odio.

El Nacional

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