Opinión

Lo s  h o m b res  ta m b I é n

Lo s  h o m b res  ta m b I é n

Cuando me entero de la cantidad de hombres adultos y jóvenes, víctimas de acoso sexual en sus trabajos me pregunto de qué “valores familiares  y cristianos”, habla la demagogia local.  Después de mis artículos sobre Nasco,  son muchos los directivos de ONGs, igle-   sias, y organizaciones comunitarias, cuer-  pos castrenses, oficinas públicas y Mi-  nisterios, que se me han acercado para  contarme sus tragedias personales.

La mayoría visita a psicólogos y psiquiatras  para bregar con la vergüenza, ira e im-  potencia que caracteriza a las víctimas de  acoso y abuso sexual. El último, se reunió  conmigo la semana pasada y comenzó  aclarándome que es respetuoso de las op-
ciones sexuales de cada quien, pero que no  tolera la persistencia de quienes creen que  con el acoso sostenido van a cambiar la
orientación sexual de las personas.

“Yo soy, he sido y seré heterosexual. Estoy  felizmente casado, pero ello no impidió  que mi jefe en una fundación de desarrollo,
me acosara hasta hacerme renunciar, por-  que al no poder lograr sus objetivos (y me  hizo escuchar las grabaciones que tiene del  sujeto acosándolo y amenazándolo), me  quiso armar un lio en el trabajo”.

Ese ejecutivo, a quien le decían ‘el ma- c a b ro’ por sus “b ro m a n c e s”, llegó violar a  otro joven de la organización, que, junto
con quien narro, le han puesto una de-  manda judicial, y sugerí que también a la  fundación para que o le devuelva su  trabajo como Gerente de Riesgos y Tec-  nología, o le compense por el tiempo que  permaneció desempleado.

Entre los tantos problemas que ha en-  frentado, está el de la Unidad de Delitos  Sexuales de la Procuraduría, en la Bolívar, la cual “no está preparada para manejar casos  de acoso sexual masculino entre hombres”,  y “uno va y siente que no le responden”.

“Los bufetes también reaccionan con la  misma timidez, o porque son querellas  que no dominan jurídicamente, o porque
temen al escándalo, pero es necesario dar  a conocer estos casos y sentar un pre-  cedente legal, porque hay miles de jó-  venes traumatizados por el acoso de otros  hombres, que no han podido asumir de  manera sana sus tendencias sexuales es-
tableciendo una relación de pareja.

Y de estos casos no hablan los políticos  tradicionales, generalmente obsesionados  con el cuerpo y la sexualidad femenina,  como en los tiempos del Medioevo, donde  la Congregación para la Defensa de la Fe,  otrora Inquisición, quemó en la hoguera a
16 millones de mujeres, tratando de aso-  ciar su libre albedrío con la “br ujería”.

Políticos ignorantes e indiferentes a una cultura de abuso sexual, que abarca desde  la “lír ica” de las canciones populares,
hasta el cine y televisión, contra hombres y  mujeres, y que atenta contra la intrínseca  libertad y dignidad del ser humano

El Nacional

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