Opinión

12 de diciembre de 1968

12 de diciembre de 1968

El 12 de diciembre de 1968, Juan Bosch le escribió desde Benidorm, España, una carta a mi padre cuyo contenido, para mi sorpresa, no ha perdido actualidad. Joaquín Balaguer agotaba su primer mandato y para levantarlo de su silla de alfileres nadie sospechaba, ni siquiera el mismísimo fundador del PLD, que habría que esperar toda una década.

Veamos algunos fragmentos de aquella vieja misiva que el calendario no ha despojado de vigencia: “Querido Jottin: Las masas se mantienen sobre sus líderes pidiendo favores, regalos, medicinas, visas, porque creen que a ellas hay que darles lo que necesitan a cambio de su voto; y tienen razón, debido a que las elecciones solo se ganan ofreciendo cosas al pueblo. La mayoría de los dirigentes aspira a un cargo, y lucha con el chisme y la calumnia para desplazar a todo aquel que puede ser seleccionado por otro cargo”.

“Para que todo eso cambie, el partido tiene que cambiar, tiene de que dejar de ser electoralista… Nos sobra número y nos falta calidad. Como dice el Dr. Kasse-Acta, hay que sacudir el partido como un árbol, que los frutos podridos caerán por sí solos. Le pido hablar de esto en Tribuna Democrática… El luchador debe escoger el terreno donde dará la pelea, y nosotros la daremos, como dice Ud., en el terreno cualitativo. Salúdeme a Julia, a los amigos y compañeros. Para todos, una Navidad de paz y un Año Nuevo de luchas fructuosas por el pueblo. Le abraza con afecto cordial su compañero, Juan Bosch”.

Es cierto que los años transforman todo lo que cae bajo su órbita; no hay final, sino cambios continuos, permanentes, eternos. Sin embargo, el quehacer político en nuestro país parece haber desafiado al tiempo, pues como puede colegirse de la carta parcialmente transcrita, fuimos un pueblo de vocación clientelista, condición que no ha variado.

El éxito en la carrera por el poder sigue asociado a la demagogia. Bosch aspiraba que el 1969 sentara la base de su retorno a Palacio en 1970, lo que no ocurrió entonces ni nunca más. ¿Por qué? Pues por negarse a chorrear promesas de corte populista. Sea como fuere, es una lástima que no haya vuelto al poder, porque hubiese gobernado sin los degradantes ejemplos de corrupción e impunidad que, en diferente escala, nos han venido ofreciendo desde aquellos lejanos años los mandatarios que nos hemos gastado.

El Nacional

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