Opinión

2013

2013

El año que viene se entiende que marcará el momento en que el presidente Medina buscará definir con mayor precisión su estilo de gobernar; donde buscará separar las aguas. Aunque lo realizado hasta ahora da motivos para esperar un 2013 cuanto menos emocionante, la magnitud de los retos que deberá enfrentar el gobernante el año que viene es motivo de preocupación en el sentido de que sus planes, e incluso su propio estilo, puedan descarrilarse para tener que hacerles frente.

 En una nota positiva, de evitar el precipicio fiscal como es muy probable que ocurra, la recuperación de la economía americana parece que tomará mayor impulso en el 2013, lo que pudiera incidir en un muy necesitado incremento en el intercambio con nuestro mayor socio comercial. Sin embargo, esa recuperación pudiera venir con la carga negativa de un incremento sensible en el precio mundial del petróleo y reencauzarle en una espiral alcista en detrimento de países como el nuestro.

 Si bien, por el momento, la crisis de la deuda soberana en Europa luce algo mitigada por los esfuerzos de los países de la zona, no es descartable que esta se reanude para el verano del año que viene ya que la ejecución de las reformas necesarias para revertir la actual situación siguen estando avanzando más lento de lo deseado, y el crecimiento sigue siendo demasiado lento.

 La salud de Chávez seguirá siendo tema de seguimiento para el Gobierno dominicano hasta tanto se produzca un desenlace. La presencia física de Chávez es determinante en la permanencia de programas como Petrocaribe, este mitiga la presión cambiaria que ejerce la factura petrolera en República Dominicana, y un posible replanteo o eliminación de dicho acuerdo pudiera ser terribles noticias para el Gobierno.

 A lo interno las cosas tampoco lucen fáciles. Como resultado de la Reforma Fiscal las perspectivas de crecimiento de la economía nacional no son las mejores, y el Banco Central las estima en cerca del 3%, un crecimiento que aunque nominalmente positivo es una cuasi-recesión para países como el nuestro, que requieren un crecimiento más robusto para evitar que incremente el desempleo y la pobreza.

 El año que viene toca una revisión del salario mínimo, que probablemente será incrementado conforme a la inflación acumulada en los últimos dos años en apenas un 6% o 7%. Los asalariados se quejarán, los empleadores se resistirán y se hará el tira y hala de siempre. Lo cierto es que las perspectivas para el sector privado el año que viene no son muy positivas, y eso pudiera poner mayor presión en el desempleo. Si el desempleo no es enfrentado de manera frontal, la delincuencia seguirá incrementándose en el 2013.

 El 2013 será un año de dificultades para nuestro país, surgirán oportunidades que espero puedan ser aprovechadas, pero debemos estar preparados para los retos que nos impondrá. Al menos para esta ocasión no tendremos alguna profecía apocalíptica colgando sobre nuestros cuellos.

El Nacional

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