Opinión

¡Ay… de mis hijas!

 

Nosotros que hemos educado e invertido recursos para que nuestras hijas sean profesionales, que convivan en una sociedad con iguales oportunidades, ahora nos encontramos con los comentarios “antediluviano” de su eminencia reverendísima, que entiende que las mujeres casadas nodeben opinar, ni participar activamente en la sociedad, sino irse a atender al marido, y las labores de la casa.

Desafortunadamente, esa concepción, sobre el “rol” de la mujer en la sociedad, es compartida por hombres machistas, que creyéndose dueños de sus vidas, les exigen trabajar y contribuireconómicamente, pero se resisten a compartir el cuidado de los hijos y las tareas cotidianas del hogar. Cuando una mujer,sobre todo económicamente independiente, quiere poner fin a una relación tortuosa, entonces vienen los maltratos y los feminicidios.
Además del trabajo remunerado y las tareas del hogar, las mujeres llevan también la carga de la maternidad y la crianza de los hijos. Para los “Vincho” y líderes religiosos de nuestro país, la mujer es solo un “útero”” que no puede ni siquiera decidir sobre su propio cuerpo. No hay educación sexual, tampoco acceso a los medios de planificación familiar en la escuela, ni en las farmacias del pueblo.

En casos de embarazos no deseados, se ven obligadas a buscar respuestas en condiciones de alto riesgo, ya que el código dominicano prohíbe la interrupción del embarazo por cualquier causa, incluyendo cuando el producto es inviable, o resultado de un incesto o violación, o en casos tan dramáticos como aquellos que ponen en riesgo la vida de la madre.
La jerarquía de la iglesia católica, siempre ha dado un trato, denigrante a las mujeres, ya lo decía Santo Tomás deAquino “la mujer es el producto de unos genes masculinos defectuosos”. Obviamente, para nuestro Cardenal, dar más libertad a las mujeres, solo significa ponerlas en una cocina más grande. Ahora, solo falta ver, que dicen nuestras mujeres que incursionan en la política.

El Nacional

La Voz de Todos