Ayer 30 de junio, don Juan, uno de los dominicanos más ilustres, dignos, éticos, y transparentes que ha tenido nuestro país, cumpliría 107 años de edad. Quien escribe tuvo el privilegio de conocerlo y llegar a compartir con él cuando vivía en el apartamento de la César Nicolás Penzón.

Recuerdo que una vez me dijo que tratara siempre de escribir utilizando palabras sencillas y que leyera mucho, especialmente a los clásicos de la literatura y de la política; pero que nunca descuidara el trabajo político, porque nuestro partido era y tenía que continuar siendo la diferencia entre todos los demás en la República Dominicana. Que sólo así nuestro pueblo podría alcanzar su verdadera liberación.

Para ese entonces ya conocía al compañero Danilo, hoy día presidente de todos los dominicanos, quien se destacaba por su humildad, responsabilidad, entrega absoluta al partido, y conocedor de los nombres y apellidos de todos los cuadros del partido. Sé que es un boschista de corazón, que le preocupan las condiciones materiales de existencia de los que menos tienen, y que le asquea el irritable fenómeno de la corrupción en la administración pública.

Como hombre de Estado, el presidente Medina, ha sabido mantener una conducta ética y transparente. No obstante, la percepción de la corrupción se ha mantenido en la palestra pública. Por ello, aunque don Juan ya no está con nosotros, pienso que se sentiría más que satisfecho si todos los funcionarios (los actuales y los que vendrán) declarasen, por voluntad propia, al período gubernamental que se aproxima (2016-2020) como cuatrienio de la ética y la transparencia en la administración pública y rechazo radical a la corrupción administrativa.
En pocas palabras, tan sólo pido que imitemos a Juan Bosch.