Opinión

70 años de historia están en peligro

70 años de historia están en peligro

Ya es tiempo de llamar las cosas por sus nombres; al pan, pan, y al vino, vino. El PRD puede terminar su proceso convencional partido en dos pedazos, y, eso es seguro, sin ninguna posibilidad de volver al poder en muchos años.

Un grupo económicamente muy  poderoso ha decidido tomar la dirección  al precio que sea, sin medir las consecuencias políticas ni históricas. Es cierto que el PRD es una confederación, pero los jefes de los grupos han sabido mantener algún nivel de cohesión que les ha permitido llegar al poder o tener  participación electoral digna con un promedio de 42 por ciento en todas las elecciones realizadas en los últimos años.

Alguien podría decirme que no es la primera vez que el PRD se divide. Es cierto, se ha dividido en varias oportunidades, incluyendo la más dolorosa que fue la renuncia del profesor Juan Bosch para formar el PLD.

De aquella crisis emergió José Francisco Peña Gómez, un “astro con luz propia”.

En aquellos años difíciles, de persecución política, de crímenes y deportaciones, Peña Gómez no sólo evitó la debacle del PRD, sino que lo condujo al poder en el año 1978 con don Antonio Guzmán como candidato presidencial, a pesar del fraude electora.

Peña se convirtió en el más grande líder de masas que haya conocido el país en muchos años a fuerza de capacidad, talento y coraje. Peña no solo era el líder, también era el  árbitro para que las tendencias pudieran convivir dentro del partido en un clima de paz.

Peña Gómez era el líder y el árbitro. Ahora el PRD no tiene árbitro; ni un líder de la capacidad, la dimensión, el respeto, y el espíritu de sacrificio de Peña Gómez. Nadie puede compararse con Peña Gómez en el PRD, como pretenden hacer algunos. Es una falta de respeto y un desconocimiento de la política y de la  historia.

El PRD está en peligro aunque muchos no lo perciban así. Tomar al PRD para avasallar, violentando sus normas y principios, sus reglamentos y estatutos, es plantear la división, que es la  apuesta del gobierno y demás sectores enemigos del PRD. (A veces creo que es el presidente Fernández, con todo su poder político y económico, quien asesora a los que pretenden tomar al PRD por asalto, privatizarlo y convertirlo en una compañía por acciones)

El éxito de Hipólito Mejía estuvo en su visión de unidad. Ganó la convención con más de un 70%, después de estar abajo por más de 50 puntos. El triunfo no lo llenó de vanidad, ni de prepotencia.  Y de manera equilibrada distribuyó el poder. Eso, y no otra cosa, le garantizó el triunfo en las elecciones  de mayo del 2000.

Hipólito hizo suyas las sabias orientaciones del doctor Peña Gómez cuando decía: ”El PRD  unido, jamás será vencido”. Porque Hipólito aprendió otra lección de Peña: “Sólo el PRD, derrota al PRD”.

Esa tradición de unidad y de lucha del PRD enraizada durante 70 años, pretende ser desconocida por el grupo que hoy se proclama mayoría con casi el cien por ciento.

La campaña electoral pasada es la mejor muestra. Las siglas del PRD fueron sustituidas por las de MVP. La foto de Peña Gómez por la del candidato presidencial, y el “Jacho” que simboliza la luz de la esperanza de los campesinos, obreros y oprimidos del pueblo, sencillamente desapareció.

Sin que lo supiéramos, sin un congreso, ni una reunión del Comité Ejecutivo Nacional, surgió “El Nuevo PRD” donde el neoliberalismo sustituyó la socialdemocracia.

Si algo me resulta inverosímil es que un candidato aspire a dos cargos simultáneamente a pesar de que los estatutos, en su artículo 185 lo prohíben taxativamente. “No importa”, dice. Cambiamos los Estatutos.

No entiendo como alguien tan institucionalista, con estudios del derecho, que ha participado en la elaboración de leyes como el Código de Trabajo, en reformas y contrarreformas, que ha sido designado por el presidente Leonel Fernández como redactor de la nueva Constitución de la República, que además encabezó la Comisión Redactora de los estatutos vigentes del PRD, ahora está abogando para que sean violados. La verdad, no entiendo esa postura de mi entrañable y culto amigo Milton Ray Guevara.

Yo pienso que los estatutos del PRD son –guardando la distancia- como la Constitución del país. El que no respeta los estatutos de su partido, ¿cómo es que luego respetará las leyes? Los estatutos no pueden ser buenos para una cosa y malos para otra. La ley es para todos, incluso para el poderoso MVP.

El Nacional

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