Opinión

Callejón sin salida

Callejón  sin salida

Por más que brinque y patalee, el presidente Nicolás Maduro está en un callejón sin salida. Acorralado por las presiones internacionales, está más que compelido a crear las condiciones para que prospere el diálogo que explora con la oposición en República Dominicana, con la mediación del presidente Danilo Medina y del exjefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, para evitar más sanciones económicas a su régimen. Si las impuestas por Estados Unidos tienen la economía agonizando, una decisión similar de la Unión Europea terminaría por sepultarlo.
El panorama plantea que aunque no quiera, no le queda de otra que poner de su parte, cediendo siquiera en algo a las condiciones de la oposición, que exige para aceptar el diálogo la presentación de un cronograma que incluya una fecha firme para las elecciones presidenciales previstas para 2018, la liberación de los presos políticos y restitución plena del Parlamento. No importan reacciones tan beligerantes como las que expresó en el sentido de que los acuerdos tienen que enmarcarse en las leyes y que los políticos presos no lo están por sus ideas, sino por acciones terroristas.
Las posibilidades que pueda salirse con las suyas a través de maniobras para ganar tiempo son cada vez más escasas. En torno al mismo diálogo exploratorio que se reanudará aquí el próximo miércoles, se asume que con un cerco que cada día se torna más estrecho, como evidencian las sanciones decididas por Canadá contra Maduro y otros 39 funcionarios, el Gobierno está obligado a dar demostraciones concretas sobre su intención de llegar a acuerdos viables y creíbles. La convocatoria para el 15 de octubre de las elecciones para gobernadores no ha bastado para despejar la desconfianza que prima en el ambiente, exacerbada con mensajes como los transmitidos por gobernantes como Donald Trump.
El mismo interés de 12 naciones latinoamericanas de servir de testigos en la conversación que se reiniciará esta semana no solo pinta con claridad la atmósfera, sino que obliga al presidente Maduro a hilar fino. Desde el primer momento la oposición no ha mostrado el menor entusiasmo y si decidió concurrir a las conversaciones fue para complacer a naciones como Francia y entidades como Naciones Unidas que la han animado, pero también para no dar lugar que se diga que en lugar de dialogar prefiere las protestas callejeras, que dicho sea de paso desde abril a la fecha han dejado más de 100 muertes. Aunque acudió a los dos primeros encuentros la verdad es que la oposición de Venezuela no muestra el menor entusiasmo en las conversaciones exploratorias.
El diálogo, pues, parece ahora una camisa de fuerza contra el soberbio presidente Maduro.

El Nacional

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