Opinión

A Juan Pablo Duarte

A Juan Pablo Duarte

Paladín y mentor de nuestra nacionalidad, forjador de la Patria junto a Sánchez, Mella, Luperón, Pedro Alejandrino y otros estandartes de la independencia y la libertad. Moriste enfermo de tifo, fabricando y vendiendo velas en Orinoco, Venezuela, y sufriendo los embates del hambre y el infortunio del olvido de tantos.

Las coronas y flores que el adalid requiere son la honestidad, el patriotismo, la lealtad, sinceridad, el cumplimiento fiel de su doctrina redentora de la constitución y las leyes, el valor y el respeto a tu obra sacrosanta de todos los dominicanos y dominicanas.

¡Padre de la Patria!, desde el divino cielo debes en silencio contemplar atónito las mentiras, hipocresías y falacias de los que han traicionado tu credo político, plasmado en los principios de la constitución de tu autoría y en tus actitudes diversas, tus idearios hoy olvidados por tantos hipócritas. Que no se siga utilizando tu nombre bendecido solo cuando les interesa lograr conquistas, premios, menciones, tratando de lograr ventajas sociales y políticas, naturalmente, con muchas excepciones que sí pueden llamarse tus hijos verdaderos y fieles defensores de tu obra imperecedera y tu nombre.

¡Oh Dios mío! Qué oprobio y grave ofensa nacional a tu nombre, contemplar tu casa museo, tus libros, tus hazañas y tu legado inmortal, tus memorias en la calle Isabel la Católica, tus fotos, tus cartas, y tu primera constitución semidestruidos.

Más de dos años para restaurar tus recuerdos y así la iglesia donde fuiste bautizado en Santa Bárbara, para luego de terminarla hacer publicaciones y loas sin pesar en el ultraje y el olvido funesto que no te pertenece sino a los mentirosos que tantas veces han mancillado tu nombre.

Tú, padre de la patria, jamás mereces estas ofensas de quienes marchitan tu nombre, tus memorias y lauros, buscando méritos que no tienen ni atributos, ni ascensos morales.

Lo que Duarte necesita es el cese de la corrupción y la impunidad injustificada y la verdad que es alma de la historia.
Lo que Duarte necesita es que nuestra juventud, hombres y mujeres obtengan un gran número de trabajos del Estado, sin importar banderías políticas sino capacidad y prioridad. Que nuestros obreros y humildes no sufran tanta hambre, desnutrición y enfermedades y que el Gobierno dialogue con los médicos y no se mantenga la intolerancia, prepotencia y el exceso de poder.
¡Viva Juan Pablo Duarte, abajo la hipocresía!.

El Nacional

La Voz de Todos