Opinión

A Nelson Marte

A Nelson Marte

Mis diferencias con Miguel Vargas no son personales,  son políticas,

En los “cuchumil” artículos que dice Nelson Marte que he escrito para ”tratar de denostar, descalificar, reducir y desconsiderar a Miguel Vargas”, no hay acusaciones, ni palabras hirientes, como hicieron otros durante la campaña interna.

Durante la campaña electoral presidencial, a pesar de todas las discrepancias políticas con Miguel Vargas, lo apoyé sin reservas públicas. No hice nada en contra. Al contrario, traté de insertarme en la estructura de comunicación, pero mi enfermedad, peor que la fiebre bubónica o cualquier otra peste de muerte masiva, me lo impidió.

Yo, al igual que otros, padecía de “pepeachísmo”, enfermedad que provocaba la muerte política instantánea. Ese “pepeachísmo” maldito del que antes hacían galas los funcionarios que hoy integran la tendencia de Miguel Vargas, incluyéndolo a él, fue la excusa para impedir que todos los hombres y mujeres del PRD asumieran la candidatura  en procura de la victoria.

El PRD no perdió las elecciones presidenciales. Las perdió  Miguel Vargas que anuló al partido, ignoró sus dirigentes, cambió los emblemas y marcó una distancia con lo que llamó “el viejo PRD”. Miguel parecía avergonzado del partido que lo llevó en su boleta. A pesar de ello hice lo que estuvo en mis manos para llevarlo a la presidencia del país.

No abandoné el equipo de comunicación tres meses antes de las elecciones alegando desacuerdo con la manera en que el candidato presidencial manejaba la campaña. Al contrario, junto a un experimentado periodista amigo de Miguel, presenté  un proyecto de comunicación integral que el propio candidato me dijo que le gustaba mucho. No hice campaña sucia contra Miguel enviando a los medios de comunicación un vídeo sobre el caso Marbella que se conocía en España involucrándolo en actos de corrupción.  En ninguno de mis programas se difundió ese material. Ni escribí en esta columna sobre el particular. No le hice coro a la campaña mediática que desde el interior del PRD, se hizo contra Miguel.

 Exigí con vehemencia que me enviaran los spots del candidato para colocarlos en TH-TV como le consta al buen amigo Príamo Ramírez.

Mi problema con Miguel no tiene naturaleza personal. No intento “denostarlo”, ni mucho menos descalificarlo como dice Nelson Marte, su nuevo jefe de prensa. No, en modo alguno. El asunto es que desde mi punto de vista Miguel encabeza el grupo más conservador y atrasado del PRD. 

El pensamiento político de Miguel, plasmado en el programa de gobierno presentado en la campaña anterior es reformista, atrasado y neoliberal. Ese no es el programa de un partido socialdemócrata, como  el PRD.

Miguel Vargas forma parte de una comisión institucional del PRD que encabeza el ex presidente Hipólito Mejía que tiene la misión de elaborar un Plan de Nación a 20 años. Inexplicablemente, no ha participado en la primera reunión. El Plan de Nación que debe discutir y aprobar el PRD, que será el programa de gobierno, es ignorado por el hombre que quiere ser presidente del PRD y su candidato presidencial. ¡Insólito!

Mi diferencia con Miguel radica en que él pretende ser presidente del PRD y candidato a la presidencia de la República sabiendo que es prohibido  por los estatutos, los que ha dicho modificará  para que les sirvan a sus propósitos de adueñarse, incluso de los recursos económicos, del partido.

Mis diferencias con Miguel las marcan sus acciones como las de reunirse en secreto con el presidente Fernández para firmar un pacto que viola los estatutos de su partido, que   legitima una Constitución conservadora, reaccionaria, que vulnera la voluntad popular que en un 68% exigió una Constituyente. Una Constitución que le entrega más poderes al presidente de la República en vez de quitarle, una Constitución que lleva al país otra vez a un pasado que creíamos superado.

Ese pacto le quita autoridad política y moral al PRD para hacer oposición cuando el pueblo organiza su lucha por mejores condiciones de vida.

El gobierno compró al PRD más barato que al Partido Reformista, al que debió darle secretarias de Estado con cartera y sin cartera, miles de empleos y cientos de millones de pesos. El PRD se vendió por una promesa de alguien que nunca cumple su palabra.  Miguel puede quedarse como Perico en la estaca. Las elecciones presidenciales serán en tres años.

Como es obvio, mis diferencias con Miguel son políticas. Nada personal. trato de continuar siendo coherente. No soy tránsfuga, ni chaquetero. No estoy con el que puede ganar, ni con el que más pague.  Imagínense,  sigo siendo de los Leones del Escogido, equipo que no gana hace más de 15 años.

Las mayorías mecánicas no me gustan, porque no piensan, porque no hablan, porque se manipulan y se compran fácilmente.

El Nacional

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