Opinión

A PLENO SOL

A PLENO SOL

La economía dominicana  puede ser progresista y estabilizada, pero le falta el sentido de la participación. Los números de las organizaciones fiduciarías, siempre ven los aumentos paulatinos, pero en pocas ocasiones los estancamientos. Por consiguiente, lo que necesita el proceso económico nacional es dejar a un lado a los intelectuales de las finanzas, y darse un golpe de pulpero, con el lápiz detrás de la oreja.

El primer semestre de este año ha sido de un avance mínimo, pero avance al fin y al cabo. Dentro del concierto general que se está viviendo en el país, ese avance indica que hay aires positivos.

El aumento de la supraeconomía no determina un desarrollo económico y social. La evolución económica es desigual, y se mueve de acuerdo con grados de distribución. La riqueza del desarrollo nacional en pocas ocasiones se  deja sentir en las grandes mayorías. A mayor desarrollo, se da más especulación y agiotismo con los precios de la comida básica.

Un buen banquero, para conocer como está el mercado, debe ir a una mesa de venta de empanadillas de queso con   salchichón, y ver el flujo de los que adquieren el producto.

El balance económico tiene que poner en el mismo embudo, para  mezclar resultados, al graduado de Harvard y al vendedor de un colmado, camisa sin manga, con el lápiz, para apuntar los fíaos, sobre la oreja derecha.

La reacción del pueblo a los aumentos de los precios de los productos de primera necesidad, y los desniveles económicos, lo da ese semianalfabeto de sandalia, que dice al filo de la mañana, “ya no se vende diez de salchichón, sino quince, porque esto subió”.

Hay mejoría de la economía, pero la comida  sube. Dos caras de una misma moneda.

El Nacional

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