Opinión

A PLENO SOL

A PLENO SOL

Vista por un ciego y analizada por una persona que usa la cabeza solo para ponerse el sombrero, parecería una travesura de adolescentes que un grupo de muchachitas de un barrio pobre cometiera un abuso sexual contra una enferma mental.  Lacera las fibras más íntimas de un ser  que tenga conciencia y valor por los derechos humanos, que dos o más adolescentes, el futuro de este país, tome como diversión la violación con un palo de una persona con discapacidad mental.

La ola de crítica ha sido total, pero en vez de apuntar con el dedo lo que tiene que haber es revisión. Hay que revisar los programas de educación, los conceptos de respeto, la moral y la cívica, para darnos cuenta de que, aparte de que se están  preparando bachilleres semianalfabetos, tampoco los adecúan  para que sean ciudadanos.

Recuerdo a mi generación, que cuando tenía la edad de los adolescentes que cometieron esta barbarie su principal pensamiento era la lucha frontal contra las injusticias y un sistema violador de los derechos humanos, aún a costa de la vida misma.

Ahora hay otros tiempos. Por lo tanto, no estamos ante un hecho aislado. La familia hoy es un recuerdo, no hay lazos.

Pero que en un hecho de esta naturaleza participe  la mayor parte de los estudiantes de una escuela de barrio, indica que los programas de enseñanza tienen que ser revisados y modernizados.

¿Quién es culpable? Los maestros, los padres, el sistema educativo, las autoridades del área, los muchachos. La sociedad está carcomida,  y esto es solo una parte de la cara pestilente que sale a la luz.

Hechos de esta naturaleza nos recuerdan que estamos caminando al filo de la navaja. Las campanas están doblando, y no preguntes por quién.

El Nacional

La Voz de Todos