Portada Noticias importante Reportajes

A propósito del golpe de Estado de 1963

A propósito del golpe de Estado de 1963

El profesor Juan Bosch ganó las elecciones del 20 de diciembre de 1962 con una mayoría abrumadora.

Durante su efímera gestión, pues apenas gobernó siete meses, Bosch se propuso introducir transformaciones sustanciales en toda la estructura política, social y económica de la nación

Hace 54 años que la República Dominicana experimentó uno de los más letales reveses que sectores ultra conservadores criollos le infligieron a la entonces incipiente democracia dominicana. Nos referimos al funesto golpe de Estado cívico militar, del 25 de septiembre de 1963, que derrocó el gobierno constitucional presidido por el profesor Juan Bosch.

Sabemos que después de casi 31 año de dictadura, y luego de la eliminación física del tirano Trujillo, ocurrida el 30 de mayo de 1961, el pueblo dominicano inició la transición desde un modelo político totalitario hacia un sistema de gobierno abierto, democrático, pluralista, en el que todos los ciudadanos estuvieran protegidos de garantías constitucionales y disfrutaran de libertades públicas.
Fueron liberados numerosos presos políticos, que habían estado aherrojados en las ergástulas de la dictadura y en donde padecieron inenarrables torturas, al tiempo que muchos exiliados políticos regresaron al país, reintegrándose libremente al seno de sus familiares y compatriotas. Entre los notables exiliados que retornaron a su patria, tras varios lustros de destierro, figuró el profesor Juan Bosch, entonces uno de los más connotados líderes del Partido Revolucionario Dominicano, fundado en La Habana, hacia 1939.
Durante las primeras elecciones presidenciales, libres y democráticas, celebradas en diciembre de 1962, Juan Bosch, candidato presidencial por el PRD, resultó electo por abrumadora mayoría. Se trató de un certamen comicial verdaderamente ejemplar, si se toma en cuenta que el pueblo dominicano carecía de experiencia en materia de elecciones libres, pues todos los procesos electorales realizados a lo largo de tres décadas habían estado sometidos a la férrea voluntad del dictador Trujillo.
En el curso de la campaña electoral, Bosch fue sin duda el candidato que concitó más simpatías en la mayoría de la población. Su peculiar modo de hablar, claro, llano, transparente y sin complicados circunloquios, le mereció un respaldo popular sin precedentes en la historia política nacional. En sus alocuciones radiadas y comparecencias públicas, preconizó el sistema democrático y se declaró defensor de las libertades públicas. Hablaba como un auténtico maestro de escuela, siempre educando a la gran mayoría del pueblo, que constituía su discipulado. Sus charlas diarias eran verdaderas cátedras, procurando orientar a las masas en todo cuanto se relacionaba con las libertades fundamentales del ciudadano y, sobre todo, con el derecho que les asistía para acceder a la educación, al trabajo, a la salud, y a disfrutar colectivamente del progreso social, político y económico del país. Abogó por un sistema de gobierno plenamente democrático y sin privilegios, bajo cuyo amparo debían prevalecer la equidad y la justicia sociales, conquistas políticas entonces totalmente desconocidas por los dominicanos.
En la medida que la gran mayoría de la población asimilaba de manera positiva el discurso político liberal del candidato presidencial del PRD, en el seno de la élite del poder (es decir, la oligarquía, industriales, terratenientes, el clero y algunos enclaves poderosos de las Fuerzas Armadas), las propuestas de Bosch sobre reforma social no fueron bien acogidas por sus principales adversarios políticos, razón por la que, desde antes de llegar a la presidencia, fue objeto de una campaña denigratoria nunca antes vista que, entre otros infundios, lo acusaba de ser comunista. Paralelamente a esa grave acusación, pues en esa época estaba en pleno auge la “Guerra Fría”, los sectores conservadores dominicanos comenzaron a fraguar la forma para evitar que el candidato del PRD ganara las elecciones generales y, en caso de no lograrlo, entonces recurrir al uso de la fuerza a fin de interrumpir el futuro orden constitucional y, así, controlar el poder político que no habrían obtenido por medio de las urnas.
Con todo, no fue posible evitar el triunfo arrollador de Juan Bosch en las primeras elecciones generales libres realizadas en el país después de liquidada la tiranía trujillista. El certamen electoral tuvo lugar el 20 de diciembre de 1962, al final del cual Bosch resultó electo presidente de la República con casi el 60% de los votos emitidos frente a su principal contendor, que lo fue el doctor Viriato Fiallo, candidato por la Unión Cívica Nacional.
En honor a la verdad, hay que resaltar que el gobierno de Juan Bosch, inaugurado el 27 de febrero de 1963, representó la gran esperanza nacional. Promulgó la Constitución del 29 de abril de 1963, en su momento la más liberal que hasta entonces había conocido el ordenamiento jurídico de la República; Pacto Fundamental equiparable históricamente con la Carta Sustantiva de Moca de 1858. Es fama que, durante su efímera gestión, pues apenas gobernó siete meses, Bosch se propuso introducir transformaciones sustanciales en toda la estructura política, social y económica de la nación. Los sectores ultra conservadores le temieron, como el diablo a la cruz, por sus principios éticos y morales al igual que por su firme concepción liberal y democrática. Reconoció la libertad sindical y los derechos de los trabajadores; dirigió su atención a los desamparados, a la juventud y también al campesinado. Y su actitud en contra del latifundio, lo mismo que su voluntad para acabar con los privilegios imperantes en los altos estamentos militares y su concepción hostosiana sobre la educación, provocaron que a un tiempo sectores ultra reaccionarios de terratenientes, industriales, militares y del clero católico coincidieran en aunar esfuerzos para interrumpir la continuidad del sistema democrático que lideraban Juan Bosch y su gobierno constitucional.
Así las cosas, el 25 de septiembre de 1963, alrededor de las 2:30 de la madrugada, nefasto golpe de Estado cívico militar derrocó a Juan Bosch, el primer presidente constitucional de los dominicanos después de la tiranía trujillista. Se trató de una cruenta asonada militar, encabezada por el entonces secretario de las Fuerzas Armadas, mayor general Elby Viñas Román, secundada por los principales partidos de la oposición, así como por connotadas figuras de la iglesia católica, industriales y terratenientes, quienes además contaron con el respaldo de parte de la administración de John F. Kennedy. Mediante un Manifiesto público, los golpistas disolvieron las Cámaras Legislativas, suprimieron la Constitución de abril de 1963, declararon sin efecto todas las providencias jurídicas emanadas al amparo de esa Carta Sustantiva e instalaron un gobierno de facto llamado Triunvirato, integrado por los señores Emilio de los Santos, como presidente, Enrique Tavares Espaillat y Ramón Tapia Espinal, como miembros.
En el orden político y económico el golpe de Estado contra el gobierno de Juan Bosch constituyó un retroceso sociológico para el pueblo dominicano. Sin embargo, la voluntad popular no demoró en expresar su rechazo y descontento por diversos medios, entre ellos el alzamiento guerrillero de noviembre de 1963, que fracasó militarmente y, dos años después, la revolución y guerra patria de abril, reclamando el retorno de la constitucionalidad y del gobierno presidido por Juan Bosch. Pero estos acontecimientos merecen ser recordados más ampliamente en futuros reportajes. (JDB).

El Nacional

La Voz de Todos