Opinión

A punto de colapsar

A punto de colapsar

A no ser que se discutan sus verdaderas implicaciones, los problemas de tránsito irán en aumento en el Gran Santo Domingo, GSD en lo adelante. Pueden llegar a complicarse a tal grado que representarían un estorbo para el crecimiento y ordenamiento de una urbe que ronda los cuatro millones de habitantes, esto es más de la tercera parte del total en el país.

Simplificar el asunto al número de vehículos en circulación, horarios de trabajo, la demanda de los colegios e iglesias, en fin, impide encontrar una solución a largo plazo, más bien concluyente. No faltan referencias para conocer las causas y efecto de este fenómeno, tormentoso en algunos casos, y aleccionador en otros.

Metrópolis que compiten en record de habitantes y concentración urbana, como México, Sao Paulo, New York, Beijing y Tokio, han intentado buscar solución aplicando medidas tan inútiles como vulnerables, todas burladas o inobservadas por la falta de rigor y sentido práctico, por tanto ineficaces. Regular horarios escolares y laborables por sectores, reorientar rutas, despejar calles, construir elevados, túneles y vías alternas son algunos de los remedios, digamos que de cajón, recomendadas y ejecutadas.

Reparos que, en todo caso, pierden eficacia en la medida en que el crecimiento de estas ciudades han ido creciendo para atender a las necesidades económicas y sociales que siempre van de la mano del crecimiento individual. Una sociedad establecida, en pleno disfrute o decadente, no puede impedir que las generaciones que le suceden adquieran los mismos o mayores privilegios, que es lo que ocurre.

De manera que el problema de tránsito, que inevitablemente degenera en una alta contaminación, parece tener solución en otros aspectos, como las desigualdades sociales y el desplazamiento acelerado de poblaciones rurales a las grandes urbes por la falta de oportunidades, incluyendo las malas y reducidas ofertas académicas y de entretenimiento. Nuestros campos guardan riquezas naturales invaluables, pobremente explotadas, apenas en provecho del turismo externo.

Revisando el fenómeno urbano, podemos encontrar en Europa experimentos que han dado resultado, pero que dependen de su propia idiosincrasia. La vocación rural o ruralidad de alemanes, checos y austriaco les has facilitado dar respuesta al asunto urbano que ahoga a las megaciudades ya mencionadas. Londres hizo enmiendas que representan un ejemplo a seguir, lo cual es un tema aprovechable y necesario en la siguiente entrega.

El Nacional

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