Tarde asimilan muchos el significado del dicho aquel de que hay cosas que colgadas parecen nísperos, razón por la cual llegan a creer o a signar como verdad de a puño todo lo que escuchan o leen, sin llegar a percatarse que una gran manipulación mediática, sesga, contamina o distorsiona el contenido de casi todo lo que se dice o se escribe.
Más que decir que todo es según el color del cristal con que se mira, hay que señalar que aquí hay fábricas de cristales con matices convenientes a intereses corporativos, políticos, religiosos o gubernamentales, por lo que el ciudadano ordinario debería copiar de la manía del que constantemente limpia sus anteojos.
La cartelera de noticias de la semana que concluye puede servir de buen ejemplo de cómo se acarrea a la opinión pública en dirección a intereses sectoriales por caminos de mentira y confusión, al punto que logran que la mayoría de la ciudadanía confunda el jabón con queso o viceversa.
Los temas relacionados con la adquisición por parte del Estado de la Distribuidora de Electricidad EdeEste y la conveniencia o no de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), fueron objeto de tal manipulación, que obligó al presidente Leonel Fernández a sostener un encuentro en Palacio con ejecutivos de medios de comunicación para despejar el panorama brumoso que artificialmente se había dibujado.
El Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) y sus gremios satélites mercadearon la versión de que el Gobierno que con la adquisición de EdeEste, pretendía realizar un gran negocio, en vez de dedicarse a confrontar el déficit de 700 millones de dólares del sector eléctrico.
Ninguno de los directivos de Conep ignoraba la trama de pillaje que se puso en marcha contra el Estado, con la venta o traspaso por el precio simbólico de dos dólares de las acciones de EdeEste a una administradora de fondos de inversión que de inmediato inició un proceso de demandas simultáneas en tribunales internacionales de arbitraje para obligar al Gobierno al pago de compensaciones por dos mil 400 millones de dólares.
El gran negocio que el Conep atribuía al Gobierno no era más que una salida transaccional a un problema de mafiosa naturaleza jurídica que implicaría elevado riesgo de que el Estado dominicano resultara condenado a centenares de millones de dólares en indemnizaciones.
El sector empresarial jamás dijo que vender por dos dólares a EdeEste con la encomienda de que demandara al Estado por US$2,400 millones constituía un burdo acto de pillaje perpetrado por filibusteros disfrazados de inversionistas, como tampoco dijo que esa distribuidora controlada por el sector privado tenía el peor desempeño en servicio.
Se repitió una y mil veces que el Gobierno se involucró en competencia desleal con el sector privado al adquirir la porción accionaria de EdeEste y se ocultó el hecho cierto de que con esa compra forzada, el estado se libró de una estafa más escandalosa que la sufrida con la compra a sobreprecio de Edenorte y Edesur a Unión Fenosa.
El Conep condicionó su respaldo a un nuevo convenio con el FMI, a que los recursos generados por ese acuerdo fueran dirigido exclusivamente al sector empresarial, que no se apliquen nuevos impuestos ni se aumenten los existentes. Algo así como llegar a la Gloria sin morirse.
En una dirección similar se pronunció el PRD, que además reclama que no se aumente el precio de la tarifa eléctrica, a pesar de que cualquier arreglo con el FMI pasa por la obligación de incrementar la factura a la clase media.
El gobernador del Banco Central, don Héctor Valdez Albizu y el secretario de Economía, Temístocles Montás, apoyan un acuerdo con el Fondo, el primero para garantizar estabilidad macroeconómica y el segundo, para que el Gobierno pueda agenciarse nuevos créditos.
La verdad es que un acuerdo con el FMI, si bien ayuda a consolidar indicadores macroeconómicos, no garantiza flujos de ingresos para fines de equilibrio presupuestario, cuya brecha deficitaria tendría el Gobierno que cerrar a sangre y fuego, por lo que tiene razón el presidente Fernández al descartar por el momento algún convenio con ese gendarme, porque sería empeñar la soberanía económica por espejitos.