Opinión

A Rajatabla

A Rajatabla

Ni pequeña ni grande

El año viejo entrega al 2009 un mundo en convulsión, a causa de la más terrible crisis económica desde los tiempos de la gran depresión (1929-1932), que tuvo su origen en Estados Unidos, determinada principalmente por la descomunal especulación a futuro con papeles e instrumentos hipotecarios y financieros, precios del petróleo, metales y alimentos.

Como se sabe, esa infección financiera ha hecho metástasis en casi todos los tejidos de la economía mundial, y puesto a tambalear a naciones industrializadas como Japón, China, Rusia, La India y a las que integran a la Unión Europea. El Tercer Mundo sufrió perdidas ascendentes a más de 300 mil millones de dólares, como consecuencia de esa crisis.

América Latina no ha escapado, pues, a ese terremoto financiero, por lo que se prevé que en el continente disminuya en el 2009 su ritmo de crecimiento y se incremente el desempleo, la pobreza y pobreza extrema con más de cien millones de nuevos hambrientos.

La verdad es que el año que viene no pinta bueno, porque el mentado capitalismo salvaje o de casino lo ha corroído todo, al punto que el presidente Barak Obama, quien ingresará a la Casa Blanca el 20 de enero, ha dicho que la crisis aún no ingresa en la etapa de lo peor.

Aunque el panorama de la economía mundial se dibuja tintado de gris, es menester precisar que el cuadro no se plasma igual para todas las economías, aunque en ningún caso se usaría el color rosado. Por tanto, la situación de República Dominicana no debería medirse con el mismo lúgubre rasero.

Se admite que el 2009 no será un año de rumba para baile, pero tampoco ha de ser tiempo del cólera económico por lo que, además de innecesario, resulta perjudicial la carga de pesimismo que se pretende que acarree el dominicano.

Litorales políticos y económicos presionan para que el Gobierno “reduzca sustancialmente” el gasto público, sin especificar si sería por el lado de la nómina, gastos corrientes o inversión de capital, lo que demuestra que a los demandantes no les importan las consecuencia de un recorte imprudente que provoque más mal que bien.

Por ejemplo, ¿qué sucedería si para disminuir gastos, el Gobierno despide a cincuenta o cien mil empleados públicos o si suspende de golpe y porrazo los programas de subsidios al sector eléctrico, al gas de cocinar y a la agropecuaria?

Más sensato sería hablar de mejorar la calidad del gasto e incluso incrementarlo si se tratara de construir más o de aumentar partidas a otros  sectores  conectados con el empleo, calidad de vida y el desarrollo como educación, salud, obras publicas, agua y producción de alimentos.

Una ojeada a las fórmulas que diseñan o aplican otros países para conjurar o disminuir los efectos de la crisis económica, nos enseña que la receta común es elevar el gasto en vez de disminuirlo, como forma de dinamizar la economía por el lado del circulante y el consumo.

Gobierno, sector productivo y población deberían vacunarse contra el veneno del exagerado pesimismo, que inoculan profetas locales del Apocalipsis, cuyo éxito político o de rentabilidad empresarial se logra sólo en medio de humaredas que surgen  en deseado escenario de escombros.

Es menester insistir en que la economía dominicana, como muchas otras del vecindario, no será letalmente afectada por la crisis generada en Estados Unidos, en razón de que su infraestructura productiva ha quedado intacta, por no tener conexión con  el contagio bursátil y porque  los precios de  combustibles, materias primas de origen  agrícola e industrial, han experimentado sustanciales bajas.

Las reducciones esperadas en los sectores turismo, remesas y exportaciones no serían tan acentuadas como para presagiar hecatombes, máxime si son muy amplias las expectativas sobre inversión extranjera para el año entrante.

Los dominicanos están en el deber de esperar despiertos el 2009, con la decidida intención de tomarlo por los cuernos y dominarlo, única manera de salir airosos ante una anunciada crisis económica, que no es tan pequeña como quisiéramos ni tan grande como la pinta.

orion_mejia@hotmail.com

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