Opinión

A rajatabla

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Margarita

La doctora Margarita Cedeño de Fernández fue investida ayer en Roma como embajadora de buena voluntad de la Organización de Naciones Unidas  para la Agricultura y la Alimentación (FAO), junto  a las celebridades Carl Lewis, Pierre Cardin, Fanny Lu  y la cantautora indonesia Anggun, un altísimo honor que prestigia y colma de orgullo a la Primera Dama y a la República.

Tan elevada distinción fue otorgada a la doctora Cedeño “en reconocimiento a los numerosos proyectos  de desarrollo social que ha realizado en su país en el ámbito de la agricultura y la alimentación”, en especial aquellos que han tenido a las mujeres como beneficiarias.

La República ha tenido a lo largo de su accidentada historia institucional, excelsas primeras damas, cuya ingente labor social les ha merecido aprecio y admiración de la ciudadanía, entre las cuales se destacan, para sólo citar algunas: Trina de Moya, Carmen Quidiello de Bosch, René Klang de Guzmán y Rosa de Mejía.

En ese cuadro de honor  se destaca la figura de Margarita Cedeño, cuyo despacho emprende tantas y tan variadas iniciativas que resulta imposible encasillar su labor, pues los programas  que desarrolla abarcan áreas tan diversas como Educación, salud, vivienda, agricultura, tecnología, promoción social, dirigidos a la niñez, juventud, mujeres, envejecientes y sectores excluidos o marginados.

El directorio de la FAO ha conferido tan elevada distinción a la  doctora Cedeño por méritos personales y actuaciones públicas ejemplares y sobresalientes, que la sitúan al lado de otras personalidades destacada en los deportes, moda y canto, que también fueron  nombrados embajadores  de buena voluntad.

Es menester despojarse de prejuicios políticos para poder aquilatar la trascendencia del trabajo que realiza el despacho de la doctora Cedeño, especialmente a través de los programas Solidaridad Social, Progresando y  el que  hace énfasis en la remodelación y equipamiento de hospitales.

Construcción y remodelación de escuelas en apartadas comunidades rurales, creación de bibliotecas móviles e instalación de centros de  capacitación y desarrollo tecnológico, son apenas algunas de las iniciativas que vinculan a esta mujer sensible e incansable mujer con el mejor destino de sus conciudadanos.

Los buenos y verdaderos dominicanos,  sin importar banderías políticas celebran hoy el nombramiento de la Primera Dama como embajadora  de la FAO, porque  es un reconocimiento a su extraordinaria labor y un triunfo para toda la nación.

No hay dudas de que la doctora Cedeño  es dueña ya de su propio nombre que ha labrado con su intenso trabajo a favor de millones de hombres y mujeres y niños recluidos al otro lado de la verja de la miseria.

El Nacional

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