Opinión

A Rajatabla

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Crisis de la crisis
La gran crisis financiera que sacude al mundo de hoy no es atribuible a algún accidente relacionado con leyes de la economía o por catástrofe natural o una guerra mundial. Esa desgracia ha sido causada por un crack ético y moral que ha infectado al tuétano del capitalismo mundial.

Más que una terrible crisis económica, lo que agobia a la humanidad es una crisis moral sin precedente, que ha perneado a la mayoría de las instituciones financieras, políticas, religiosas y sociales de las naciones en desarrollo y ha impedido la consolidación de las que operan en países emergentes.

Los grandes centros bursátiles se convirtieron en cofradías de modernos piratas que trasegaron con papeles a futuro y obtuvieron botines fabulosos en base a una actividad especulativa que como plaga de langosta arrasó con los sectores inmobiliario, financiero industrial, de alta tecnología, agroindustrial, energía y minero.

Ese tipo de capitalismo salvaje fue engendrado por una maldición que se mercadeó  como el nuevo testamento de la economía: El neoliberalismo, basado en el sacrosanto principio de la libertad absoluta del mercado, que a su vez definía como pecado capital la intervención del Estado como ente regulador entre la oferta y la demanda.

La ética estudia la moral que a su vez enjuicia el desempeño humano en relación con normas básicas de comportamiento social o individual, escritas o señalada por la costumbre, por lo que puede decirse que la crisis económica global ha sido causada a su vez por el resultado de una terrible crisis moral en estamento de la clase dirigente mundial.

En el 2001, Enron, mayor productor de energía del mundo, virtualmente “compró” en el Congreso de Estados Unidos una ley que la autorizó a negociar en bolsas de valores y sitios financieros contratos con precios futuros de petróleo, con lo que se inició la era de la más descarnada especulación que luego incluyó alimentos, materias primas, la industria de alta tecnología y los metales.

Demás está decir que el consorcio Enron se fue a pique a causa de quiebra fraudulenta, igual que centenares de bancos, grupos financieros y de inversión y aseguradoras, cuyos principales ejecutivos se adjudicaron más casi mil millones de dólares en bonos en menos de cuatro años.

Millones de estadounidenses han perdido o están a punto de perder sus hipotecas a causa de extraños instrumentos financieros aplicados por bancos y aseguradores, con el único objetivo de multiplicar ganancias, sin respetar las más elementales normas éticas.

Casi 500 millones de seres humanos se han agregado a la inmensa lista de hambrientos a nivel mundial, a causa de este modelo de capitalismo salvaje que quiso convertir toda actividad humana en rentable forma de estafar como forma de acumular inmensas fortunas a costa de la desgracia ajena.

En términos relativos, la humanidad produce la misma cantidad de trigo, maíz, sorgo, petróleo, insumos agrícola, alimentos lácteos, minerales básicos, petróleo y gas natural. Por consiguiente, la crisis financiera mundial no obedece a razones económicas, sino éticas.

Para que se tenga una idea de hasta dónde ha llegado la debacle moral que prohijó el modelo capitalista neoliberal, basta decir que la curul en el senado de Estados Unidos dejada por el presidente electo Barak Obama, fue ofertada por el gobernador de Illinois, por un millón de dólares.

La sociedad dominicana y sus instituciones económicas y jurídico política han sido infectadas en menor o mayor medida por el síndrome de inmunodeficiencia ética y moral, enfermedad que puede palparse en no pocas instituciones del Estado y en el sector privado.

El hecho de que el gobierno de Estados Unidos gaste más de 300 millones de dólares por minuto en las guerras de Irak y Afganistán, demuestra que la crisis es de naturaleza ética, porque ese es un conflicto inmoral porque fue declarado sin  ninguna razón objetiva, que no fuere la de controlar el mapa del petróleo.

La humanidad de hoy sufre la más terrible crisis económica y financiera en casi ochenta años, una desgracia causada por el desmesurado afán de lucro de una claque corporativa prohijada por el modelo capitalista neoliberal o capitalismo salvaje, como correctamente lo bautizó su santidad, Juan Pablo Segundo.

 orion_mejia@hotmail.com

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