Opinión

A rajatabla

A rajatabla

Descansa, querido amigo

 

La muerte de Antonio Abreu -Tonito-, acaecida el martes, después de una larga lucha contra el cáncer, conmocionó a su legión de amigos y compañeros que siempre le dispensamos aprecio porque fue un hombre bueno y patriota ejemplar.

Mi amistad directa y permanente con Tonito data de 1974 o 75, cuando ingresé a la redacción de periódico Vanguardia del Pueblo y también asumí el rol de activista nacional del PLD y mandadero del presidente del partido, profesor Juan Bosch.

Tonito fue escogido como primer secretario general del PLD, en mérito a su capacidad y desarrollo político demostrada durante el difícil periodo de la “Comisión Permanente” en el PRD, a través de la cual, el profesor Bosch intentó sin lograrlo convertir al buey blanco en un instrumento de liberación nacional.

Fue en el PLD una especie de armador que colocó sobre el terreno de la praxis política a los mejores talentos de la juventud de entonces, quienes encontraron en él al dirigente abierto y humilde.

Los días de Tonito fueron aquellos de “ser peledeísta es ser un soldado, valiente y disciplinado”, de “Juan Bosch es el guía, el PLD, la vía y “Juan Bosch, timón de la revolución”.

Aquel era un partido en el que la jerarquía más apreciada era la de miembro, que Bosch definía como un oficial en capacidad y calidad de dirigir al pueblo, aunque los cuadros y activistas políticos eran incansables trabajadores que viajaban día y noche por todo el territorio como mensajeros de las directrices de la organización.

Tonito Abreu heredó de don Juan la profundidad y firmeza del discurso político revolucionario, aunque no era de mucho hablar, pero sí de mucho hacer, al punto que tenía contacto directo, rápido y personal con todos los miembros y calculistas del partido en cualquiera de los comités intermedios o de base.

Bosch decía que la ideología no era garantía de unidad política o de unificación de criterios al interior del PLD, sino los “Métodos de Trabajo”, algo así como los estatutos partidarios, que llamó a cuidar “como niñas de propios ojos”. A pesar de eso el germen de la división se coló en las filas peledeístas.

Un día sábado de 1979, en la residencia de Félix Alburquerque, celebramos una asamblea de dirigentes convocada por Tonito Abreu, al término de la cual decidimos renunciar del PLD para formar otro partido que cumpliera con en anhelo de unificar a la izquierda.

Tonito estaba devastado por la decisión de romper con nuestro padre político, por diferencias que de forma y no de fondo. Semanas después formamos el Partido de la Unidad Democrática, que nunca cumplió con el objetivo que motivó su nacimiento.

Como buen hijo, Tonito regresó a su casa del PLD. Descansa, querido amigo.

El Nacional

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