Opinión

A rajatabla

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Orión Mejía

Relevante documento

 

 

Daniel Supplice, el destituido primer ministro de Haití, ha enviado una carta al presidente Michel Martelly, cuyo contenido, que desvela la realidad de la crisis migratoria domínico haitiano, la convierte en el más relevante documento del último medio siglo de relaciones entre ambas naciones.

Lo primero que debe decirse es que Supplice es un recio intelectual, profesor universitario, diplomático y político liberal, muy apegado al honor y a la ética en su ejercicio público, además de poseer elevada conciencia sobre los conceptos patriotismo, identidad nacional y justicia social.

Ese embajador tuvo el valor cívico de admitir que su gobierno no cumplió con el compromiso de dotar a cientos de miles de inmigrantes haitianos de la documentación de identidad nacional para poder inscribirse en el Plan Nacional de regularización Migratoria. Por eso Martelly lo despidió.

Mientras Martelly, el primer ministro Evans Paul y el embajador de Haití en la OEA, Bocchit Edmond, encaminan desde hace años una campaña internacional de infamia contra República Dominicana, el embajador Supplice sostiene que la gestión de las relaciones entre los dos países demanda de “una actitud racional y razonable”.

El clan de Martelly habla de deportaciones masivas, amenazas de asesinatos, crisis humanitarias, separación de familias de inmigrantes, apatridia, y otras canalladas, que han sido refutadas o desmentidas por su propio enviado en Santo Domingo.

En su misiva, Supplice afirma que miles de compatriotas cruzan la frontera en busca de una vida mejor, decenas de mujeres haitianas cada día paren niños en los centros hospitalarios dominicanos, que casi 45 mil jóvenes haitianos estudian en universidades dominicanas y muchos niños cruzan la frontera para asistir a escuelas básicas en el lado dominicano y regresan de noche a sus hogares.

Verdad tan grande como una montaña ha sido su señalamiento de que en 211 años, Haití no ha tenido éxito en la reducción de las brechas socio económico, ni en otorgar a sus ciudadanos un acta de nacimiento que demuestre que existen.

Por su historial como académico, diplomático y político, el doctor Supplice merece el calificativo de un patriota, que relata en su carta a Martelly: “Entiendo a Haití en la lógica de su pasado, en el laberinto de su historia, en sus pasos en falsos, con su estado de ánimo, sus ambiciones, pero especialmente con sus deficiencias”.

Ojalá que el presidente Martelly asuma el consejo que le regala un haitiano íntegro que le ha dicho que no sea “prisionero de los informes pasados o consejos provenientes de oficinas sospechosas”. Haití y Dominicana tienen deuda de gratitud con tan insigne ciudadano de la patria de Toussaint Louverture.

El Nacional

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