Opinión

A rajatabla

A rajatabla

Orión Mejía

Ese joven

El presidente Danilo Medina inauguró el jueves en el barrio Capotillo un imponente edificio escolar de tres plantas y 33 aulas, por un valor de 65 millones de pesos, que albergará más de mil estudiantes en tanda extendida, la obra física de mayor trascendencia construida en esa comunidad ubicada en la parte norte de Santo Domingo.

Esa hermosa mole albergará la escuela Salomé Ureña, que un joven de 16 años fundó el 17 de enero de 1971, junto al club cultural y deportivo del mismo nombre, en la casa de doña Toñita, de la calle 6, número 110, donde también operaba un taller de costura.

Ese adolescente, que antes participó en la fundación del club Juan Sánchez Lamouth, en San Carlos, su barrio de origen, reunió a un grupo de jóvenes del Capotillo con los que convino escoger la directiva de ese club, cuyo primer presidente fue el entonces bachiller Ramón Frías (Mon).

Al año siguiente, el muchacho de quien les hablo fue elegido presidente del club y de inmediato emprendió junto a sus compañeros la cruzada por obtener un local para la escuela que operaba entonces en un viejo local del callejón Apolo II.

Cansado de reclamar un lugar adecuado para la escuela, los muchachos del club optaron por impartir clase en medio de la calle, lo que fue reportado en primera página por el periódico El Nacional, en un reportaje de Alipio Cocco Cabrera.

El entonces presidente Joaquín Balaguer recibió en Palacio a una comisión de dirigentes del club y de la escuela, encabezada por el inquieto imberbe, que solicitó al mandatario la construcción del plantel, pero apenas logró un donativo de diez mil pesos para adquirir la casa de doña Paulina, que fue habilitada como escuela de seis aulas.

Durante muchos años, la escuela Salomé Ureña fue un faro de luz en el barrio Capotillo, porque por sus aulas de educación básica, intermedia y secundaria pasaron muchos jóvenes que hoy son profesionales o técnicos de gran servicio y utilidad social, aunque el vetusto local no resistió el paso del tiempo, por lo que la escuela fue cerrada y los estudiantes llevados a otros planteles.

Trascurrieron 45 años desde aquel día cuando un muchacho de 16 años fundó la escuela Salomé Ureña, que hoy estrena un hermoso edificio de 33 aulas, laboratorios, canchas, comedor, biblioteca para más de mil estudiantes de tan emblemática barriada. Ese joven fui yo.

El Nacional

La Voz de Todos