Opinión

A rajatabla: El poder nace del voto

A rajatabla: El poder nace del voto

Lejos de ingresar en un proceso de revisión y autocrítica por sus pírricos desempeños en las elecciones de mayo 15, la derecha y la izquierda política confluyen en un difuso discurso en base al cual pretenden justificar su fracaso electoral.

Esos dirigentes y partidos alegan que se produjo un fraude electoral en todos los lugares donde perdieron, lo que quiere decir en todos los municipios de la República y en casi 15 mil de los 16 mil colegios electorales, donde la boleta presidencial del PLD salió airoso.

Los únicos lugares donde no se perpetró un fraude fueron aquellos donde la oposición ganó, es decir en menos de mil colegios, tres provincias, y a nivel municipal en un puñado de demarcaciones. No se atreven a reflexionar sobre la verdadera razón por las cuales Danilo ganó con un 62% de los sufragios.

Como consecuencia directa de los resultados electorales, el PLD obtuvo control absoluto en el Senado y Cámara de Diputados, así como la mayoría de las alcaldías, lo que significa también mayoría en el Consejo Nacional la Magistratura.

La democracia radica en la voluntad del pueblo, expresada por canales o figuras señalados en la Constitución del Estado, como son las elecciones, el referéndum y el plebiscito, de lo que se deriva también la legitimidad de los funcionarios electos y la calidad de su mandato. En mayo 15, la voluntad ciudadana se expresó de manera libre y categórica.

En base a ese discurso falaz, apadrinado por un sector de la oligarquía, derecha e izquierda política pretenden que el mandato ciudadano expresado en las urnas se transforme en una piñata de distribución ilegítima de poderes que serviría esencialmente para promover intereses corporativos situados en dirección opuesta a los anhelos de redención social.

La selección de los magistrados de las altas cortes debe reflejar la voluntad popular, aunque obviamente se promueve consenso y se ofrezca participación proporcional de las ideas retrógradas que fueron vencidas en las urnas.

Los órganos e instituciones deben expresar de manera mayoritaria pensamiento, acción política y planteamiento filosóficos que previamente han sido refrendados por los electores, a partir de los cual se definen como progresistas o conservadoras.

El Gobierno ni el Partido deben aceptar o acogerse a encerronas políticas, fácticas o mediáticas que procuren soliviantar la auténtica voluntad de la población que se expresó de manera libre y transparente en los resultados de las elecciones de mayo 15.

El poder nace del voto, no del dinero ni del chantaje.

El Nacional

La Voz de Todos