Opinión

A Rajatabla: El Presidente y el cura

A Rajatabla: El Presidente y el cura

Orión Mejía

En vez de buscarle una pata adicional al gato, con la peregrina hipótesis de que Gobierno e Iglesia se distancian, la comunidad política debería reflexionar en torno al planteamiento de respuesta del presidente Danilo Medina a lo dicho por el párroco Benito Cruz Lantigua en la bendición de una escuela inaugurada por el mandatario en Santiago.

Con todo su derecho, el cura reclamó del Presidente atender otras necesidades de la comunidad que recibió ese moderno plantel, pero incurrió en el desliz de señalar que el Gobierno solo pone atención al sector educación.

Provisto también de derecho, el presidente Medina tomó la palabra para defender su obra de gobierno, que considera resaltante en la promoción de la economía, salud y vivienda, además de señalar que se trabaja con un presupuesto limitado o reducido.

El cura hizo bien en aprovechar la presencia del jefe de Estado para pedir otras obras para su comunidad, pero el Presidente también actuó correctamente al defender su obra de gobierno en ese escenario, que no era el de la Cámara Americana de Comercio, sino en el de una escuela nueva de una barriada pobre.

No se trató de una confrontación entre Gobierno e Iglesia, sino el de una nota aclaratoria sobre el principal fuerte de la gestión de Medina, que sin dudas lo es el de una mejor y más justa redistribución del ingreso público.

El cura no ofendió al Presidente, pero le ofreció la oportunidad de abordar el alcance y profundidad de su obra de gobierno, que el mandatario considera resaltante porque se ha hecho con un presupuesto reducido, en comparación con el crecimiento que ha experimentado la economía.

El problema es el bajo nivel de presión tributaria (14% del PIB), frente a las urgentes demandas de la población, pero aun así se cumple con el 4% a la educación y se levantan importantes obras de infraestructura, incluidos hospitales, viviendas, plantas de generación eléctrica presas y carreteras.

El cura Benito ignora que por Gastos Tributarios (exenciones y exoneraciones al sector privado), el Gobierno deja de percibir unos 230 mil millones de pesos, con los que se podrían construir todas las obras que reclama para su comunidad y las de otras poblaciones, pero también debería reconocer que no resulta tan fácil para un mortal distribuir panes y peces.

Ojalá que lo dicho por el sacerdote y la respuesta del presidente Medina motiven un sano debate sobre el aspecto más esencial de la economía, el de la redistribución del ingreso, en torno al cual el mandatario ha obtenido notas sobresalientes.