Opinión

A Rajatabla: La delincuencia

A Rajatabla: La delincuencia

Orión Mejía

Aunque entre las cincuenta ciudades latinoamericanas consideradas como las más violentas del mundo no figura ninguna de República Dominicana, la población parece tener la percepción de que aquí prevalece un irrespirable ambiente de delincuencia y criminalidad.

El índice de homicidios por cada cien mil habitantes es muchas veces superior en Brasilia, Sao Paulo, Caracas, Ciudad de México, San Salvador, Ciudad de Guatemala, Tegucigalpa, Bogotá y Lima, pero es claro que los dominicanos no están conformes con lo que consideran precario estado de inseguridad ciudadana.

Casi el 90% de la población latinoamericana vive en zonas urbanas, donde se multiplican los barrios pobres o favelas, al punto que 11 millones de personas viven en condiciones precarias sin accesos adecuados a servicios básicos como agua potable, electricidad, salud, escuelas y empleos.

En la gran metrópolis del continente es mayor la desigualdad social y económica, lo que la convierte en principal causa de la violencia y delincuencia, un flagelo que se desborda en ciudades grandes de Brasil, México y Venezuela, también en pequeñas como las de El salvador, Honduras y Guatemala.

Consuelo de muchos es consuelo de tontos, pero es oportuno resaltar que el nivel de delincuencia y criminalidad en República Dominicana es significativamente menor que en la mayoría de los países de Latinoamérica, aunque aquí preocupa y alarma la frecuencia de los atracos, asaltos y homicidios.

En el ranking del Foro Económico Mundial sobre las diez ciudades latinoamericanas con mayor porcentaje de homicidios por cada cien mil habitantes, figura en segundo lugar, con 188, la diminuta isla caribeña de Saint Kitts and Neivis, detrás de San Salvador, que la encabeza, con 132.

En España operan 450 bandas de delincuentes, en Venezuela se mencionan a las diez más peligrosas, en Brasil se cuentan por centenares, en Centroamérica las bandas se han extendido a Washington y al oeste de Estados Unidos, en México operan los más terribles grupos mafiosos, lo mismo que en Colombia y Perú. Aquí no estamos a esos niveles de delincuencia y criminalidad.

No se objeta el envío de militares para patrullar en las calles junto a la Policía, pero debería entenderse que esos operativos sirven sólo para contener un tipo de hemorragia o brote delincuencial, porque para erradicarlo o reducirlo al mínimo, se requiere de políticas públicas integrales que ayuden a estrechar la desigualdad social y económica.

En el portafolio de lucha contra la delincuencia tiene que incluirse temas como reforma fiscal, capacitación y entrenamiento laboral, educación, salud, vivienda, agua potable, electricidad, generación de empleo, democratización del crédito, promoción de las pymes, la cultura y el deporte.