Opinión

A Rajatabla: Un gran privilegio

A Rajatabla: Un gran privilegio

Orión Mejía

No son muchos los periodistas que exhibimos el privilegio de haber trabajado alguna vez bajo la dirección de Mario Álvarez Dugan, Radhames Gómez Pepín y Rafael Molina Morillo, tres maestros del periodismo cuyos nombres desde el jueves identifican a las redacciones de los periódicos Hoy, El Nacional y El Día.

Cuando ingresé a El Nacional, en 1984, tuve de jefe directo a Bonaparte Gautreaux Piñeyro, otro maestro, que dirigía la edición de Nueva York, pero el director era Cuchito Álvarez, con quien entablé, más que una relación laboral una amistad sostenida en la admiración profesional y personal.

Cabito Gautreaux y Bolívar Díaz Gómez, son a mi juicio, dos de los periodistas que mejor manejan lo relacionado con la edición de un periódico, búsqueda y administración de la información, lo que sumado a los tres maestros, convirtieron a El Nacional y Hoy, y luego a El Día, en auténticas escuelas de periodismo.

Mi relación con el doctor Molina Morillo estuvo vinculada con la producción y difusión de programas de televisión, oportunidades que aproveché para cultivar con él una amistad de mucho provecho profesional para mí, que solo cesó con la muerte de ese adalid de la libertad de prensa.

Radhamés Gómez, figura entre los periodistas más valientes, acuciosos e independientes en toda la historia del periodismo nacional. Nunca le tembló el pulso para colocar como primer titular cualquier información que afectaría a intereses poderosos.

Cuchito Alvarez tenía el perfil y la praxis de un hombre sabio, justo y un demócrata como el que más, respetuoso de las opiniones ajenas, méritos que se reflejaron cabalmente en las páginas de El Nacional y de Hoy.

A pesar de las limitaciones de espacio en el diario El Día, el doctor Molina Morillo se las ingenió para rotar a columnistas de todas las corrientes del pensamiento en unas páginas editoriales que se convirtieron en peña de la democracia.

Esos maestros llegaron a nosotros desde la época de Trujillo para ofrecernos las mejores lecciones de ética, competencia, eficiencia, compromiso, responsabilidad, pero sobre todo, para enseñarnos lo que significa una auténtica democracia, expresada en el respeto al derecho ajeno.

En los más de 33 años que llevo en El Nacional, puedo decir que el dueño del periódico jamás ha llamado al director o a cualquiera de los periodistas para impartirle alguna orden sobre qué hacer o no hacer en torno a una noticia o un material de opinión. De más está decir que tampoco se lo permitirían.

Al participar del reconocimiento que el Grupo Corripio ha hecho a la memoria de Cuchito, Radhamés y Molina, deseo expresar con mucho orgullo personal y profesional que formo parte del reducido grupo de periodistas que laboraron bajo la dirección de esos tres maestros del periodismo.