Opinión

A un año

A un año

 Evaluar a los demás, si se pretende ser honesto al hacerlo, no puede realizarse bajo parámetros que no nos gustaría que usen con nosotros. Pasar balance a alguien, sin considerar las circunstancias en las cuales ha debido actuar, no es correcto. En ese sentido, la valoración del primer año de gestión del Presidente Medina no puede desvincularse de la lógica que imponen los mecanismos políticos que le permitieron conquistar el poder. Se trata de un  pasado que condiciona el presente, y eso no puede dejarse de lado, para bien ni para mal.

Es fácil afirmar que es posible evadir esas condicionantes, pero las consecuencias de hacer eso se traduciría, sin dudas, en una peligrosa situación de ingobernabilidad que habría impedido alcanzar los logros que han sido conquistados.

El Presidente Medina heredó una estructura de poder instaurada para tener incidencia a corto, mediano y largo plazos, con la agravante de que su proyecto presidencial tuvo que pactar con ella como condición imprescindible para obtener la victoria electoral.

No haber actuado de esa manera hubiese sido resignarse a perder. Una decisión de esa naturaleza podría cuestionarse desde una perspectiva moral, pero nadie podría alegar que hubiese sido políticamente correcta.

La política no se nutre de lo ideal, sino de lo posible. El compromiso del buen político, con aspiración de ser un estadista en beneficio de su pueblo, es hacer un posterior buen uso de aquello que obtuvo debiendo colocarse un pañuelo sobre su nariz.

De ahí que la pregunta que hay que hacerse, al evaluar este primer año,  es esa, si ha valido la pena que el Presidente Medina tomara la decisión de fijar su mirada hacia adelante, en vez de confrontar a destiempo un pasado que no puede eludir en la actualidad; a unos métodos; y a unas personas, con los cuales puede tener profundas discrepancias.

El optó por alcanzar la cima, maniobrar lo mejor que pueda en un escenario de innegables dificultades que lo obligan a ser un malabarista sobre filos de navajas e intentar hacerlo de manera positiva.

Considero que sería mezquino escamotearle que, en ese contexto, lo ha logrado, que de una u otra forma  la gente lo ha comprendido, que eso explica su elevado nivel de aceptación, y que en esas formas podría estar la clave de los éxitos políticos que podrían aguardar a su proyecto en momentos en que la ineludible realidad le sea más leve.

El Nacional

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