Opinión

“A una sola voz”

“A una sola voz”

De un tiempo a esta parte la violencia machista se ha convertido en una plaga que ha dejado secuelas terribles en la población. Solo en lo que va de año unas 73 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas, a causa de lo cual más de 200 niños, según las estadísticas oficiales, han quedado huérfanos o desamparados.

Se han explorado múltiples programas oficiales contra la vorágine de la violencia intrafamiliar, pero sin ningún resultado. Ahora la Procuraduría General de la República ha lanzado el programa “A una sola voz”, como parte de un plan integral con el propósito de frenar un fenómeno en torno al cual gravita una amplia gama de factores. Desde lo cultural hasta lo económico.

A la violencia de género se agrega, o puede ser parte de una mayor amenaza, la que se cierne con los cimientos de la familia como núcleo social. Hace apenas unos días que el arzobispo metropolitano de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria, llamaba la atención sobre los antivalores que afectan a la sociedad y, por tanto, a la familia.

Advertía el religioso que el mismo hecho de no valorar el matrimonio significa una pérdida del valor familiar. Entre los responsables de la amenaza no solo mencionaba a los Estados, también a los medios de comunicación por difundir múltiples mensajes contra la unidad familiar, la fidelidad y la vida. Las consideraciones son harina de otro costal, pero la realidad es que el núcleo transita una crisis que no se puede ignorar.

La Procuraduría General de la República ha optado como ensayo contra los feminicidios y la violencia familiar por la campaña de persuasión “A una sola voz”, con el objetivo de crear conciencia para detener una práctica que ha crecido en forma alarmante en los últimos tiempos. Pero las autoridades tienen que ser las primeras en darse cuenta de que muchas otras campañas similares no han pasado de las buenas intenciones.

Como primer paso el programa merece la oportunidad, pero consciente de que se necesita más. Aunque sea más que sabido no es ocioso repetir que el mal tiene que enfrentarse con políticas sociales bien focalizadas más que con exhortaciones, declaraciones, marchas, campañas publicitarias y otras actividades que no han trascendido el foco mediático.

La violencia de género es una plaga que ha tomado mucho cuerpo, que debe erradicarse de raíz para evitar que más mujeres pierdan la vida y más niños queden en la orfandad. Y con ese propósito sí cabe que las autoridades, sobre todo, se pongan a una sola voz.

El Nacional

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