Opinión

A veces es mejor

A veces  es mejor

Como René del Risco, a veces esmejor quedarse en casa, no dejarse mirar, no colocarse en el gratuito punto de la mira, en ese punto abierto donde cualquiera puede apretar el gatillo y derribarte, dejarte sin aliento, convencerte de que indudablemente ya estás muerto contra cualquier apuesta, para siempre…
A veces es mejor, desde la puerta dar marcha atrás, volverse al aposento, leer el diario de hace cuatro días, inventarse una excusa, algún pretexto para no aventurarse por las calles, para estarse en la cama con ungüentos, arreglar los asuntos con llamadas a prudente distancia del teléfono, y, en fin, pasarse el día con los suyos…haciendo pajaritas y dibujos, y organizando algo en el ropero.

Volar siempre ha sido un sueño de poetas

A veces es mejor quedarse en casa, evitar dar la cara al paletero que puede estar de malhumor, quien sabe si porque no se venden caramelos; o el policía de tránsito que tiene cada día su lápiz más severo…O al hombre de civil que se pasea de una esquina a otra con sombrero, un poco hacia las cejas y mirando desde los pies a uno hasta el cabello. O al hombre de la calle, a cualquier hombre, al estudiante al músico, al cartero, a cualquiera que pueda estar tan harto, tan lleno de cansancio y de silencio que a lo mejor revienta con nosotros, y nos tira las manos por el cuello.
A veces es mejor leer a Rene del Risco en la playa, cuando el verdoso azul del mar reafirma su optimismo y se está lejos de lo cotidiano, o de cualquier hombre o mujer que pueda, como Rene, “estar tan harto, tan lleno de cansancio y de silencio”.
A veces es mejor leer a Rene del Risco frente al mar, porque las lágrimas son a fin agua salada que retorna a sus orígenes, a los 60 de Rene, década de grandes sueños e irreparables pérdidas.
Y, a veces es mejor no leer a Rene en la azotea, porque volar ha sido siempre un sueño de poetas, y amarrados al poste de la ternura para poder compartir su angustia, su terrible tristeza de niño desplazado del olor a cana, y la sirena del ingenio. O de sus vientos fríos y sus diálogos con Tom.
A veces es mejor no leer a Rene, y reencontrarlo en la profunda mirada de Minerva. A veces es mejor que las Ferias no desentierren los poetas, no nos devuelvan a sus tiempos, a sus fotos donde siempre son eternos, tan bellos como el humo que sale hecho niebla de sus rostros, tan enamorados del amor como las fotos desde donde nos miran sujetando las manos de su mujer o su pequeña.

El Nacional

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