Opinión

Abril en la conciencia

<P>Abril en la conciencia</P>

Durante un tiempo se sostuvo la tesis de que la revuelta de abril de 1965 había marcado un despertar de la conciencia nacional, que impediría la repetición de los acontecimientos que la determinaron. Tanta significación se atribuyó  que hubo una época en que la condición de excombatiente constitucionalista formaba parte del curriculum de muchos participantes en la contienda. Era una medalla que se exhibía con orgullo como aporte a la patria. Pero las violaciones constitucionales, los crímenes y atropellos que se han sucedido todavía hasta hoy y que figuran entre los principales detonantes de la revuelta, cuestionan ese despertar de que se ha hablado. Los mismos protagonistas de la gloriosa epopeya han dejado de ser ejemplos y algunos, incluso, se han hecho indignos de su historia. Pero el caso no es juzgar a nadie en particular, sino examinar su legado. Las nuevas generaciones desconocen, y ni siquiera les importa, la guerra de abril de 1965 como acontecimiento histórico. Y con relación a la ocupación norteamericana muchos jóvenes piensan que fue una oportunidad que perdió República Dominicana de convertirse en colonia yanki. La realidad es para reflexionar si se toma en cuenta que el levantamiento fue en reclamo de la restauración del orden institucional, interrumpido por fuerzas oscuras a través del golpe de Estado contra el profesor Juan Bosch. También en demanda de la instauración de la Constitución del 63, que establecía, entre otras prerrogativas, libertad política, religiosa y de expresión y difusión del pensamiento, así como derecho a la vivienda y la igualdad. La corrupción en todas sus manifestaciones y la represión también estaban entre las causas que propiciaron esa revuelta que hoy, lamentablemente, pasa prácticamente inadvertida. Y muchos de los males  por los que se derramamó tanta sangre todavía están vigentes.

El Nacional

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