Opinión

Abril en Venezuela

Abril en Venezuela

Cuando aquí se conmemora el 52 aniversario de la gesta de abril de 1965, el pueblo de Venezuela reclama en la calle, con estruendosas movilizaciones, la devolución de su sistema democrático. Por constituir un referente sobre la alternabilidad en el poder, de respeto a las reglas de la lucha política y por la solidaridad en múltiples circunstancias con causas dominicanas, que se han convertido en deuda de gratitud, el caso de la nación suramericana es muy significativo.

Desde estos predios no se puede mirar con indiferencia lo que ocurre en un país donde además residen miles de compatriotas que emigraron atraídos por su estabilidad política y su prosperidad económica. Por más elementos comunes que puedan darse, la crisis no proyecta el mismo desenlace que el levantamiento ocurrido aquí hace más de medio siglo.

Con los saqueos de establecimientos comerciales y el caos en la capital, Caracas, durante los cuales han muerto 12 personas en medio de la confrontación que protagonizan en las calles el Gobierno y la oposición, el panorama se ha tornado más inquietante.

La anarquía indica que se han perdido por completo el control y el temor de la población a las acciones represivas de los militares y grupos oficialistas convocados para defender el régimen de Nicolás Maduro. Y si por casualidad las acciones fueran inducidas para descalificar la esencia de las protestas, sería otras de las torpezas cometidas por las autoridades en su afán de retener el poder a cualquier precio.

El único responsable de la crisis de Venezuela es el presidente Maduro, quien incluso la ha exacerbado con su lenguaje belicista.

Para colmo de males, en una nación donde escasean los alimentos, medicinas y productos básicos el Gobierno se permite el lujo de aportar 500 mil dólares para la ceremonia de investidura de Donald Trump, en un vano y ridículo intento por congraciarse con el mandatario de Estados Unidos.

Más impacto tendría, como se lo han aconsejado algunos de sus aliados en la región, la liberación de los presos políticos, comenzando por Leopoldo López, el más emblemático de todos.

A pesar del respaldo incondicional de los militares y la decisión de armar a 500 mil civiles más para defender la revolución bolivariana, el pueblo de Venezuela ha demostrado que está dispuesto a morir en la calle en reclamo de un sistema que implique una mejoría de sus condiciones de vida.

Cuando el petróleo estaba por las nubes y había dinero hasta para satisfacer caprichos no había ningún problema.

Pero como lo que hay es crisis económica, igual que aquí en el 65, el pueblo ha tomado las calles para reclamar que se respete la Constitución, con la convocatoria del referendo revocatorio aprobado por el Parlamento, se liberen a los presos políticos y se respeten las reglas de juego.

El Nacional

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