Opinión

¡Abril!

¡Abril!

Wessin algún día me las va a pagar! ! Esas eran las promesas que como niño me hacía, mientras se producían los bombardeos a la ciudad capital, durante los primeros días del conflicto. Yo vivía en la calle Concepción Bona casi esquina Duarte cuando en la mañana del día 25 aparecieron en las calles estos guardias que eran recibidos como héroes por toda la población.

Recuerdo que refiriéndose a San Isidro nos dijo: Esa gente nunca intentarán oponerse a todo este pueblo. Luego vinieron los asaltos a los cuarteles policiales y los vehículos militares que desfilaban jubilosos, pintados con un letrero que decía “pueblo”. Mientras corrían los rumores, de que la marina ya también se había unido al movimiento.

En la mañana del 26, mi papá de manera imprudente me llevó al puente Duarte, cuando de repente una oleada de aviones empezó a caer en picada ametrallando a la multitud. Buscamos refugio en una galería y recuerdo cómo los guardias ripostaban la acometida disparando sus fusiles.

En la radio se escuchaban las marchas marciales y los mensajes de poner espejos en los techos de las casas para cegar a los pilotos. Yo hice lo propio, pero rápidamente fui a retirarlos cuando cayó una bomba en una casa de la vecindad, que tenía unos espejos que aparentemente estaban molestando a los pilotos.

Con algunos otros mozalbetes subimos al techo de una de las casas, para ver como los aviones bombardeaban el palacio mientras que para nosotros era igualmente importante saber si se trataba de un vampiro, un mosquito o un P-51y. Sin percatarme que el sonido viaja más lento, me parecía que el avión disparaba sus armas cuando se elevaba.

Camaño,Ilio Capocci, Mote Arache fueron y seguirán siendo mis héroes favoritos, y aunque hace tiempo que desistí de mi venganza, todavía me causa estupor, saber que muchos de esos genocidas continuaron sus vidas sin tener que rendir cuentas a la justicia.

El Nacional

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