Opinión

Abusador

Abusador

La advertencia del senador Marco Rubio, de que sería difícil defender la asistencia estadounidense a República Dominicana, Haití y El Salvador, si no se adhieren a las gestiones para que la Organización de Estados Americanos (OEA) aplique sanciones contra Venezuela, constituye una afrenta inaceptable.

El legislador republicano por la Florida dijo que en Washington se plantean recortes masivos a la ayuda al exterior, por lo que advierte que Dominicana resultaría afectada si no acepta los designios de Estados Unidos respecto a la República Bolivariana.

Ese señor pretende atar la dignidad e independencia del Gobierno y del pueblo dominicano a los 50 millones de dólares previsto en asistencia directa de Estados Unidos al país durante el periodo 2016-2019, lo que no se acepta ni aun con todo el tesoro de la Unión Americana.

En vez de participar en el concierto intervencionista que regenta Washington, el Gobierno dominicano proclama su respaldo al diálogo para la resolución de la crisis venezolana, al tiempo que apela al principio internacional de no intervención en los asuntos internos de las naciones.

El senador Rubio agrede al pretender referir experiencias sufridas en los ámbitos humanitarios y dictatoriales por los países objeto de su amenaza, aunque se olvida que Haití, El Salvador y Dominicana han padecido también la intromisión de Estados Unidos, cuyo gobierno ha apadrinado tiranías.

El canciller Miguel Vargas ha interpretado al pie de la letra la conducta histórica del pueblo dominicano, al señalar que el país no se inmiscuye en asuntos internos de otra nación y que además es respetuoso de la soberanía ajena.

Mal podría República Dominicana, que ha sido víctima de una invasión militar legalizada por la OEA, prestarse a reeditar un crimen similar contra Venezuela, cuya crisis política requiere de una solución pacífica mediante el diálogo constructivo.

En vez de amenazar con el recorte o retiro de una ayuda de 50 millones de dólares, el senador Rubio debería releer la historia de hace casi 52 años, cuando un pobre y pequeño pueblo enfrentó la grosera intervención militar de Estados Unidos, disfrazada por la OEA como Fuerza Interamericana de Paz.

El Nacional

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