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ADEPTO DE TRUJILLO

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Las tres citas cívicas de Cuchico Jiménez

Miguel Ángel Jiménez, Cuchico, (Santiago de los Caballeros 29 de septiembre de 1901, Santo Domingo 20 de enero de 1989) fue un talentoso escritor, cuentista y prosista, autodidacta, como es la mayoría de los autores de todos los países en la historia, que militó sin dañar a nadie en la Era de Trujillo, permaneciendo firme en su lealtad hasta luego de ajusticiado el déspota el 30 de mayo de 1961.

Conocí y traté con la diferencia de edades entre ambos a don Cuchico, un personaje singular, que nunca desertaba de su amplia sonrisa bonachona y su sempiterno sentido del humor que acompañaba de carcajadas, disfrutando más que sus interlocutores sus sanas ocurrencias y suculentas anécdotas.
No obstante su férrea e indeclinable lealtad al generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, es menester consignar tres citas cívicas de alto valor moral y espiritual que asumió don Cuchico durante ese trayecto lóbrego y sangriento que padeció el país en la más férrea tiranía que registra la historia vernácula.
Precisa consignar que en 1931, apenas a un año de iniciar la Era de Trujillo (1930-1961), don Cuchico Jiménez se unió a la tropilla que lideró el “general” Pedro Estrella Molina (Piro), en las inmediaciones de su finca Los Amaceyes, próxima a Tamboril, sección entonces de la provincia de Santiago, que posterior, y a tiempo, ambos declinaron y pactaron con el surgiente brigadier, porque entendieron rápido, que las otras opciones eran el destierro, la cárcel o el cementerio, y optaron por pactar y sobrevivir.
La primera cita cívica de don Cuchico Jiménez ocurrió cuando el notable civilista y repúblico don Santiago Guzmán Espaillat , al retornar al país el 23 de agosto de 1910, por el puerto de Sánchez, y al ingresar a Santiago de los Caballeros por el tren, fue hecho preso por efectivos de la Guardia Republicana, la temida Guardia de Mon, en referencia al presidente Ramón Cáceres, y que comandaba el “general” Alfredo Victoria Victoria, posteriormente alevosamente asesinado por disposición del general Victoria, una mácula para ese gobierno y para el “general” Victoria.
Cuando ingresó a Santiago de los Caballeros, Santiago Guzmán Espaillat entregó su equipaje para que lo llevaran a su esposa, a Cuchico Jiménez y a Federico Rojas, que cumplieron con la encomienda del reo, quizás éste intuyendo su trágico final, conforme refiere el historiógrafo santiaguense José Ulises Franco en su obra Estampas añejas del Santiago de siempre, página 82.
La segunda cita cívica de don Cuchico Jiménez se produjo el 6 de junio de 1930, a raíz del doble asesinato de los esposos Virgilio Martínez Reyna y con ocho meses de embarazo, Altagracia Almánzar, en San José de las Matas, horrendo crimen atribuido sin discusiones al “general” José Estrella, cuando Cuchico Jiménez publicó un valiente y casi desafiante artículo esa fecha en el diario La Información intitulado “Medallón gris” condenando el doble crimen, y que empezaba;
“Quien sabe si debería callar. Me lo han aconsejado. Pero sería terrible para mi tranquilidad callar por cobardía en la muerte del amigo”.
La tercera cita cívica de don Cuchico la manifestó cuando se produjo el famoso banquete “tóxico” del hotel Matum el 16 de agosto de 1955, en que un grupo de juristas celebraban los 40 años de ejercicio profesional del distinguido togado Federico Carlos Álvarez Perelló, y al omitirse el nombre del generalísimo Trujillo en el discurso central del acto pronunciado por el jurista Eduardo Sánchez Cabral, fue Troya, cuando Milady Félix L´ Oficial y Andrés Nicolás Sosa, denunciaron la omisión en el acto privado del jefe, y don Cuchico era en ese momento, presidente provincial del Partido Dominicano, y no se unió a los denunciantes, siendo cancelado ipso facto.
En el ínterin en que el jefe se “enfrió” y comprendió que no se incurrió en una irreverencia a su persona porque se trataba de homenajear a un jurista, y que además, en el acto fue colocado una inmensa pancarta suya, la mano generosa de Poppy Bermúdez atenuó el imperativo económico de don Cuchico y su familia sobrevivir.
Son tres citas cívicas que muy pocos convencidos y fieles trujillistas no asumieron, y que radiografían el espíritu sano y sin maldad de don Cuchico Jiménez, quien se desempeñó primero en la docencia normalista, inspector y superintendente de Educación, subsecretario y secretario de esa Cartera y secretario particular del presidente Joaquín Balaguer a partir de 1966.
Don Cuchico Jiménez sufrió silente el asesinato y desaparición de su hijo Flavio, involucrado junto a Emerson Caamaño Deñó, hijo del general Fausto Caamaño, embarrando de mierda un busto del generalísimo, que los organismos de inteligencia detectaron, y que decidió a Emerson suicidarse porque su padre le prometió no proceder contra su íntimo amigo, y al producirse su desaparición, lo siguió a las regiones ignotas.

El Nacional

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