Opinión

Afinar la puntería

Afinar la puntería

Rectificar errores es una cualidad enriquecedora del ser humano,  y hacerlo antes de que una determinación incorrecta afecte a terceros, demuestra que se ha actuado de buena fe. En el caso de los servidores públicos, aunque es  preferible que se equivoquen tratando de producir cambios en beneficio de la sociedad, y no que nunca meten la pata por su impasividad, pero están obligados  a afinar la puntería para que  tomar decisiones y dar marcha atrás no sea práctica recurrente.

Es plausible que el Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel), raudo y veloz haya vuelto sobre sus pasos y haya retirado la decisión comunicada al director del Instituto Tecnológico de Las Américas (ITLA), José Armando Tavárez, en el que le informaba que no sería renovado el acuerdo entre esas dos entidades que conforma el Fondo para la Excelencia Académica, lo que implicaba que 660 estudiantes de todo el país quedaban sin la beca de estudios en el ITLA.

La explicación del Indotel era lógica: si la entidad ha padecido una reducción del 50% de su presupuesto, lo más razonable es que recorte programas, pero el impacto social sería catastrófico, porque los estudiantes perjudicados viven en una residencia estudiantil que les construyó el Indotel  por sus condiciones de pobreza y lo que todo eso reflejaría sería  falta de continuidad en los compromisos del Estado.

Antes que el presidente se lo ordenara, Indotel entendió el daño que representaría, para esos estudiantes y para el gobierno, y ha regresado a la posición anterior.

De no haber actuado el Indotel, por segunda semana consecutiva tendríamos al presidente Danilo Medina interviniendo para dar marcha atrás a decisiones impopulares de entidades gubernamentales normadas por sus respectivos consejos, como ocurrió con la resolución de la Superintendencia de Electricidad que rebajaba la tarifa a pagar del comercio y la pequeña y mediana industria y aumentaba la de la clase media, que le dan un puyón y no vota sangre, con todas las cargas que tiene encima y una de las más irritantes es precisamente la de la electricidad.

El presidente paró eso, como lo había hecho con la decisión del consejo de la Corporación de Acueductos y Alcantarillados de Santo Domingo (CAASD), que disponía un reajuste en la exigua tarifa de pago de agua para poder solventar los costos administrativos y  los planes de expansión de la institución.

Por disposición del presidente, también quedó sin aplicar el nuevo impuesto a las placas de los vehículos contenido en la reforma fiscal que el propio Gobierno había hecho aprobar para procurar los recursos que permitieran cumplir el compromiso de aplicar el 4% del PIB a la educación preuniversitaria, y que también había anunciado un plan de solución al estancamiento del desarrollo de Bahía de las Aguilas, pero  después rectificó devolviendo el caso a donde vivirá inconcluso por los siglos de los siglos.

Aunque todas esas rectificaciones  permiten conservar alta popularidad, van dejando un substrato que al mediano plazo puede cobrar altos intereses, porque pueden vender la sensación de que se está ante un Gobierno muy temeroso de las corrientes adversas de opinión, por lo que es persuasible, manipulable.

Ninguno de los graves problemas estructurales se abordan con salidas populistas, las soluciones conllevan sacrificios que tienen que ser compartidos.

El Nacional

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