Opinión

Agenda Global

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Coinciden los expertos en que en una economía abierta e internacionalizada, a los elementos clásicos de la política económica (fiscal, monetario y cambiario) se le debe añadir, en lugar preponderante, la política comercial y una visión coherente de la integración regional que promueva el crecimiento de las exportaciones nacionales mediante el aprovechamiento de esquemas de comercio preferencial para los países en desarrollo en el mercado mundial y de acuerdos de libre comercio en el marco de las disciplinas de los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio, OMC.  

Ante la verificación empírica de que en el 2000 existían (y aún persisten, agravadas)  deficiencias importantes de comunicación y de coordinación entre las instituciones encargadas de las negociaciones y de la administración de los tratados comerciales que se refleja en la falta de congruencia en los compromisos adquiridos en distintos foros, una de las primeras medidas del Presidente Hipólito Mejía en su primer gobierno fue proponer la creación de un ente independiente, con nivel de Secretaría de Estado, dedicado exclusivamente a los temas de comercio internacional.

Lamentablemente, y a pesar de que fue y es consenso que el país carece de la apropiada organización institucional y de los recursos humanos para la formulación, administración y negociación de las decisiones de política comercial exterior,  conflictos entre sectores productivos nacionales abortaron el proyecto de la Secretaría de Comercio Exterior, SECOEX. Sin embargo, y en la lógica de avanzar en el proceso de reestructurar la desordenada burocracia en la materia, la administración Mejía logró fusionar el antiguo Centro Dominicanos de Exportaciones, CEDOPEX, con la Oficina de Promoción de Inversiones, OPI, cuyo resultado fue la ley 98-03 que creó el Centro para las Exportaciones e Inversiones, el CEI-RD. 

Con la vuelta al poder del Presidente Fernández, poco se hizo para intentar resolver estas carencias institucionales que aún afectan el desempeño nacional en los foros comerciales internacionales y, a “confesión de parte relevo de pruebas”, un alto funcionario del gabinete económico oficial sostenía que “las instituciones y organismos que existen hoy en día se contradicen entre sí, no existe la más básica coordinación y cada cual hace lo que le parece, lo que resta coherencia y eficiencia a la política comercial”, por lo que recomienda “formular un proyecto de unificación y consistencia de la política comercial exterior”. (Listín Diario, 4 de junio 2007).

Este estado de cosas se ha mantenido hasta la fecha a pesar de que múltiples y onerosos diagnósticos y estudios financiados con la cooperación internacional han recomendado un proceso de fusión  inteinstitucional que concentraría todos los recursos humanos y materiales en comercio internacional hoy dispersos en la administración del Estado en una sola dependencia, que ganaría en eficiencia operacional, coherencia estratégica y racionalizaría el uso de fondos públicos.

Para ordenar esta burocracia desordenada, ineficaz e inoperante que está afectando los intereses de los exportadores dominicanos, el presidente electo debe abocarse a la reestructuración de todos los organismos que intervienen en el diseño y la ejecución de las políticas comercial e industrial del país.

El Nacional

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