Opinión

Agenda Global

Agenda Global

En estos días estivales me he dado a la tarea de revisar columnas publicadas hace unos años, sobre todo con el interés de ver cuánto han avanzado o no algunos temas de las agendas global y local (o “glocal” como acuñó el maestro de la palabra y querido tío Yaqui Núñez). En la entrega anterior leímos cómo, desde el 2008 y antes, surgían contenciosos comerciales con Haití y, hasta la fecha, aun no formalizamos el comercio bilateral para que los evite o, en todo caso, los minimice y permita resolverlos conforme a la aplicación de normas.

Ergo, con la más reciente e injustificadas vedas a la exportación de productos nacionales al territorio haitiano, han surgido voces clamando por la “diversificación de nuestros mercados”, concepto que refiere a la competitividad que brinda la cercanía terrestre y, en consecuencia, a una cierta “dependencia” del mercado de la vecina nación que, de pasada, se ha convertido en nuestro segundo socio comercial luego de los Estados Unidos.

De este reclamo de búsqueda de nuevos destinos para las exportaciones resulta que uno de los que más se menciona es el de Venezuela, aunque no necesariamente por consideraciones de índole comercial porque, a pesar de ser un mercado atractivo en términos de poder adquisitivo y relativamente cercano, no ha sido un destino relevante para las exportaciones nacionales (cerca de 1.5% anual). Lo más llamativo resultaría de que la RD es uno de los 18 Estados miembros del acuerdo de cooperación denominado Petrocaribe.

Como explicaba en la entrega de mayo 19 del 2010 y, esta vez en apretada síntesis y obviando detalles técnicos, este mecanismo de financiamiento minimiza los costos de las transacciones de hidrocarburos a países no productores y procura que los recursos derivados de los ahorros de la factura energética sean empleados en el fomento de actividades productivas.

No obstante, el elemento más relevantes y originales de este mecanismo es que el gobierno venezolano acepta que parte del pago diferido de la factura petrolera se pueda abonar con bienes y/o servicios, a través de operaciones de exportación/importación acordadas de manera bilateral entre ambos gobiernos. A estos fines, el Ministerio de Hacienda estableció una oficina especial que tiene a su cargo el componente de compensación de la deuda por servicios y productos nacionales.

La pasada gestión de esta oficina logró consolidar exportaciones de habichuelas negras, de azúcar líquida y de pastas alimenticias al mercado venezolano. Sin embargo, se reconoce que el potencial del mismo podría será un mayor, porque su economía es importadora neta de frutas, vegetales, huevos, pollos y muchos otros productos de la agroindustria en los que la RD es competitiva.

No hace mucho el presidente Medina ha nombrado en la dirección de esta oficina a José Ramón Suriel, persona de su confianza y capacitada para la tarea de optimizar el aprovechamiento de este mecanismo, quien ya ha puesto manos a la obra y ha logrado con las autoridades venezolanas la ampliación de la lista de productos criollos que muy pronto se venderán en ese mercado. Ahora el reto es diversificar las exportaciones nacionales a Venezuela como pago parcial del servicio de la deuda que genera Petrocaribe la que, para el 2014, montaría los US$120 millones.

El Nacional

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