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De política y “pelota”

 

El imaginario popular de las dominicanas y los dominicanos nos convierte en “teóricos” de béisbol y de política porque, de los demás tópicos, uno “se las sabe todas” y el otro siempre “está perdío”. De “pelota” somos “campeones de la bolita del mundo y de Europa” (¡a lo Jack Veneno!). En las Grandes Ligas los nuestros son grandes estrellas que nos llenan de orgullo patrio. Y la liga criolla, entre animales salvajes del África lejana, despierta grandes pasiones y nos hace creer analistas deportivos, sin desmedro de los excelentes profesionales que tenemos en la materia.

Por su parte, en el ámbito político somos “mucha espuma y poco chocolate”: asiduos clientes de partidos que reparten el dinero público y acólitos de pseudo dirigentes con “nada en la cabeza” que sólo pueden ofrecer “lo que no tienen” y esperan “conseguirlo” en la Administración del Estado. Somos menos de analizar “la Política como arte de gobernar el espacio público”, Felipe obliga. Y, en general, no contamos con la educación cívica suficiente, desde la escuela primaria, para conocer el contenido y el alcance de nuestro “derecho de participación política”, también “principio fundamental” de un Estado cuyo gobierno “es esencialmente civil, republicano, democrático y representativo” (art. 4).

El art. 22 de la Constitución establece que “son derechos de ciudadanas y ciudadanos: 1) Elegir y ser elegibles para los cargos que establece la presente Constitución; 2) Decidir sobre los asuntos que se les propongan mediante referendo; 3) Ejercer el derecho de iniciativa popular, legislativa y municipal, en las condiciones fijadas por esta Constitución y las leyes; 4) Formular peticiones a los poderes públicos para solicitar medidas de interés público y obtener respuesta de las autoridades en el término establecido por las leyes que se dicten al respecto; 5) Denunciar las faltas cometidas por los funcionarios públicos en el desempeño de su cargo”.

Se conoce el eterno aspirar de todo dirigente partidista a cargos electivos cada cuatro años, en demasiadas ocasiones sin propuesta alguna pero siempre con un “saco de cuartos” para “comprar el voto”. Esto falsifica la elección de representantes resultante del ejercicio del “derecho de sufragio activo a través del cual se canaliza el proceso de autodirección política de la sociedad, que es en lo que consiste la democracia” (Pérez Royo). Del resto de estos derechos es raro o inexistente su ejercicio en una actividad politiquera local carente de cauces institucionales.

Postdata: Favor conozca que para quienes lo hacemos con dedicación al análisis intelectual y respeto a la lectoría escribir una columna semanal en la prensa es un trabajo, como otros igual de dignos y que también requieren esfuerzos físico y mental. Por tanto, debo informar que, como ha resolutado desde tiempos inmemoriales la Organización Internacional del Trabajo con sede en Ginebra, Suiza, tomaré unos días de vacaciones con mi familia y, si Dios, Don Pepín y el compadre Radhamés todavía quieren, retomaré esta satisfactoria labor que comencé en el 1996 el próximo viernes 12 de septiembre en esta edición vespertina de este prestigioso diario El Nacional. Siempre agradecido a todos y por todo y hasta muy pronto.

 

El Nacional

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