Opinión

Agenda Global

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Lo que hizo el primer día de su gestión como Presidente fue reunir a todos sus ministros, subirlos a un avión y llevarlos a los lugares más pobres del país. Quería que sus colaboradores más cercanos y ahora altos funcionarios “vieran a ese  país que no se queja, que no hace manifestaciones, pero que está ahí, que es real y verdadero”.

El Presidente conocía muy bien esos sectores, pues salió de una de esas zonas donde es común que los niños vayan a la cama sin comer o pasen un domingo sin almuerzo. Y agregó: “Sé que es la desesperación de una madre que está delante de un fogón sin gas y sin lo más elemental para hacer una comida para sus hijos”.

Combatir el hambre fue una prioridad de su gobierno y los resultados de su política social son tangibles y verificables: sacó a 28 millones de ciudadanos la pobreza, redujo la mortalidad infantil en un 45% y la desnutrición en un 73%.

Para él “La garantía para la buena alimentación de la población debería ser la prioridad de todos los hombres públicos y de los ciudadanos de buena voluntad. No es normal que un gobernante del mundo no ponga la lucha contra el hambre como una prioridad de sus presupuestos, así como en sus políticas”.

El Presidente aplicó varias estrategias clave para lograr estos resultados. Una fue “bancarizar” la población pobre: en un año 45 millones tenían cuentas bancarias activas, y esto ayudó a hacer viable la segunda medida: no dejarles a intermediarios la administración ni la entrega de estos recursos públicos porque se quedaban con la mitad del dinero público.

 “Las personas reciben una tarjeta magnética con la que puede ir al banco y sacar el dinero… y no les deben favores a alcaldes ni a gobernadores ni al presidente. Los pobres comenzaron a ser tratados como ciudadanos” en ejercicio de sus derechos sociales y económicos, y no como meros objetos de prácticas clientelares y dolosas de una Administración pública orientada a objetivos político-partidarios-electoreros.

Por su parte, la generación de millones de empleos formales para padres de familia buscó disminuir el trabajo infantil y, como consecuencia, mejoró la educación al bajar de manera drástica los índices de desescolarización de niños y jóvenes junto a la construcción de 214 escuelas básicas nuevas y 14 universidades federales.

Estos resultados son una muestra de “que no hay nada más barato que invertir en los pobres” para lograr la inclusión social que promueve el crecimiento macroeconómico.  

Y es que “Los ricos también se benefician cuando los pobres dejan de serlo”, dijo Luiz Inácio Lula da Silva, ex presidente del Brasil, quien hizo lo que hay que hacer para elevar la dignidad y el desarrollo humano de los brasileños más pobres.

Hoy su política social es ejemplo en el mundo y objeto descontinuidad de Estado.

De pasada, la presidenta Dilma Roussef también entendió que era vital para mejorar la transparencia en la administración de los recursos públicos someter a la acción de la justicia a funcionarios pasados y presentes por actos de corrupción.

El Nacional

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