Opinión

Agenda Global

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Se les llama capital social a diversos factores extra económicos que inciden en el progreso de los países y que refieren a la cultura de sus pueblos. Según Kliksberg (2007) tiene por lo menos cuatro dimensiones que analizaremos a la luz de la realidad nacional. La primera es el clima de confianza en las relaciones interpersonales: ¿cuánto nos confiamos los unos a los otros en el país? Como actitud ante el otro el dominicano se muestra “chivo”, alegoría animal para definir la desconfianza ante el prójimo. Esta cualidad negativa implica una presunción de que “el otro me quiere engañar” lo que restringe las transacciones económicas y aumenta los costos del “pleitismo”: ya la “palabra empeñada” está ampliamente devaluada en el país y es demasiado frecuente apelar a abogados, fiscales y jueves para dirimir conflictos y hacer cumplir los compromisos entre las personas, ya sean físicas o compañías.

El segundo componente del capital social es la capacidad asociativa, entendida como la disposición de una sociedad para construir formas de cooperación entre los ciudadanos, desde las más elementales como colaborar con un vecino o ceder el paso a los peatones en la calles, hasta formas más sofisticadas como lograr un consenso sobre una estrategia nacional para el desarrollo. Harto conocido el alto nivel de conflictividad entre condómines que se presenta en los edificios de apartamentos: cada uno pretende hacer lo que le venga en gana como si viviese solo y en su casa. La reciente reforma constitucional puso de relieve las “incapacidades sinérgicas” que dificultan a la sociedad civil, a los partidos políticos y al gobierno del Estado concertar acuerdos sobre temas vitales para la nación. 

La tercera dimensión es la conciencia cívica: cómo actúa o reacciona la gente ante lo que es de interés colectivo, desde cuidar los espacios públicos hasta pagar los impuestos. Prima la visión de que lo de todos no es mío, por lo que preservar las áreas verdes sólo es responsabilidad de las autoridades. Por el contrario, se invaden los terrenos del Estado porque tengo “derecho” a hacer de propiedad privada lo que es un bien público. Sobre honrar los tributos existe una coartada que no justifica el incumplimiento ante la ley: el gobierno no “devuelve” los tributos en servicios públicos de calidad o lo malversan los funcionarios. Sobre el orden moral la situación sería discutible.

El cuarto componente del capital social son los valores éticos predominantes en una sociedad, los que se consideran absolutamente decisivos a la hora de evaluar el desempeño de un país, en términos positivos o negativos. Por ejemplo, los empresarios pueden ser “activos o pasivos productivos” en función de si cumplen de forma efectiva o no con la responsabilidad social corporativa que tienen hacia su país. Si bien la cultura que genera el capital social es un ejercicio en permanente construcción a través de la educación, es un hecho social que hoy la corrupción está legitimada por la cultura nacional.

El “Informe de Percepción de la Corrupción 2011” de Transparencia Internacional establece la peor puntuación obtenida por el país desde su inclusión en el mismo, lo que reafirma la “corrupción rampante” que nos azota. 

El Nacional

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