Opinión

Agenda Global

Agenda Global

A propósito de una interesante lectura que comentaré en otra entrega sobre cómo la avaricia inconmensurable de un grupo de administradores de bancos y fondos de inversiones causaron el colapso del sistema financiero internacional en el 2008, y del que aún hoy padecemos sus nefastas consecuencias, recordé que años atrás la columna se había ocupado de un cuento largo -o una novela corta- que  plantea una lúcida y mordaz hipótesis sobre una de las grandes obsesiones de la humanidad: el dinero.

La Agenda global publicada el 26 de noviembre del 1999 en este vespertino versa sobre la obra escrita en el 1922 y considerada por la mejor crítica uno de los textos más reveladores del reconocido y laureado escritor portugués Fernando Pessoa: “El Banquero Anarquista” es una reflexión en forma de diálogo cuya trama “pendula” entre la razón y el absurdo de las ideas de un banquero y mercader que se consideraba, en sus propias palabras, “un sublevado contra la injusticia de que nazcamos desiguales socialmente…”, lo que provocaba en él “una rebeldía contra las convenciones sociales que hacen posibles esta desigualdad”.

En el contexto ideológico de esta “alegría de la destrucción” del orden social imperante como  el anarquista ruso Mijail Bakunin, la originalidad desconcertante del banquero de Pessoa consiste en plantear que para combatir el dinero, la más funesta de las “ficciones sociales”, el comerciante decide atesorarlo en grandes cantidades para dejar de sentir su nefasta influencia. Reconoce que el dinero da la libertad y con el dinero se libera a sí mismo.

Al talentoso intelectual y artista panameño Rubén Blades le oí decir hace un par de décadas que “había decidido ganar dinero porque era la única forma de obtener su libertad como persona”. Quizá este es un caso real de quien comprendió la fina ironía de Pessoa y la llevó a la práctica con aparente éxito. No obstante, se impone un dilema vital: acumular dinero libera al individuo de las condicionantes de la sociedad o lo convierte en prisionero de esta dinámica brutal. ¿Algo que tenga valor se compra con dinero?

Se repite que el dinero no proporciona la felicidad pero ayuda a conseguirla. Por dinero se violentan las reglas que permiten la convivencia social. Por dinero se corroen lazos familiares, se enemistan los amigos, se rompen sociedades, se divorcian las parejas y se convierte cualquiera en un criminal.

 Recuerda el escritor cubano Alejo Carpentier que dos mecanismos mueven el mundo: el sexo y la plusvalía. Sobre el primero no hay dudas.  Pero en nombre del segundo también se han cometido las más fieras atrocidades. 

Siglos atrás Francisco de Quevedo “poemó” el asunto: “Madre, yo al oro me humillo/Él es mi amante y mi amado/Pues de puro enamorado/Anda continuo Amarillo/Que pues doblón o sencillo/Hace todo cuanto quiero/Poderoso caballero/Es don Dinero”.

Siglos después, en una película de ciencia ficción, escuché al capitán de la base espacial que le explicaba a un intruso finisecular que en “su futuro” ya no existía el dinero y todo parecía desenvolverse muy bien sin esta “ficción social”. Sepan los banqueros faltos de ética que no tienen futuro.

El Nacional

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