Opinión

Agenda Global

Agenda Global

A principios de 1999 escribí: “El pasado fin de semana estuvo signado por dos acontecimientos patrióticos y carnavalescos en ocasión de la celebración del 27 de febrero. El primero en el tiempo fue que el presidente eterno llegó al país “parao” y caminando hacia el 2000. Pero no conforme con la proeza biológica, el siempre bien ponderado doctor Balaguer llamó a luchar contra “el globalismo” (sic) y el “tratado de libre comercio” sin abundar en especificaciones geográficas o en argumentos de apoyo a su cruzada neoproteccionista.  

El segundo hecho lo fue que todas y cada una de las reformas estructurales que requiere la nación para mejorar sus condiciones de vida cayeron en el mar de la incomprensión. Se destacó una reiterada invitación a un diálogo de sordos de los que sólo se oyen a sí mismos. La arancelaria y de compensación fiscal, el código monetario y financiero y el de ordenamiento del mercado, las leyes de fomento a las exportaciones y la de seguridad social, entre otras no menos importantes, constituyen el andamiaje jurídico e institucional mínimo para encaminar la marcha nacional hacia la competitividad internacional. La inexorable globalización obliga.          

Lo cierto es que las fuerzas vivas y coleantes de la nación están a punto de perder otro decenio en el debate de las reformas. Cada quien la ha querido tallar a la medida de sus gustos personales por lo que el consenso se ha convertido en una “boutique” de ropa cara. A pesar de que el presidente del Senado catalogó a las reformas de “inevitables” lo que ha quedado claro y obscuro a la vez es que el pacto patriótico es sólo una plataforma electoralista y ahora se necesita uno histórico cuya agenda tienda a la reforma mental de los partidos y de la sociedad civil, líderes políticos y empresariales a la cabeza.  

Cuando se pensaba que arrancando los junquillos aldeanos la grama iba a quedar bonita para sembrar modernización (o que por fin el bienestar colectivo prime sobre los intereses particulares) parecería que el “doctor” rompe con uno de los lineamientos programáticos que mantenía su partido (y sólo suyo) a la vera de las eficaces ejecutorias del presidente Fernández y su equipo en materia de negociaciones comerciales internacionales. Se recuerda que cuando Balaguer estaba en el poder palaciego nunca tuvo una política exterior sostenida y coherente.

En el Diálogo Nacional se refrendó la labor conjunta del sector público y de la sociedad civil en negociar la globalización de la forma más eficiente conocida hasta hoy: firmar acuerdos de libre comercio con los vecinos de nuestro tamaño para afrontar aliados los retos y las oportunidades comerciales que presentarán luego los grandes.            

Reintroducidas por el Senado con la finalidad de que sean discutidas a la brevedad posible, las reformas parecen entrar en una vía rápida que alienta un optimismo condicionado. La reforma mental consiste en que el país se aboque a priorizar el interés nacional. Lo demás que sea el libreto de los programas de panel con que satura sus espacios la televisión criolla”. Impresionante que, 13 años después, aún sigue pendiente la reforma mental.

El Nacional

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