Habíamos manifestado, que los fundadores de los Estados Unidos estaban muy conscientes de que constituían el primer Estado capitalista del mundo y por eso no dejaron nada a la improvisación. Es tanto así, que después del 1776, fecha de su independencia, hubo que esperar 13 años para echar a correr un gobierno sin el mínimo vestigio del sistema feudal.

Los debates entre Thomas Jefferson, John Adams, Jorge Washington, Patrick Henry, Samuel Adams, John Hancock, John Jay, Benjamín Franklin, Robert Morris, John Dickinson y otros tantos, fueron interminables para forjar un modelo electoral que asegurara la continuidad del Estado burgués que apenas nacía. Se consensuó un modelo electoral censitario, que restringía la participación de sus ciudadanos.

¿ Qué se buscaban con esas restricciones ? Sencillamente, que no llegara un presidente sin el aval y sin la conciencia plena de los intereses en juego. La misma sociedad norteamericana se encargó de formar una clase dominante, con poderes económicos y una clase gobernante, que sí daba garantía de dar continuidad a los principios de sus padres fundadores.

Estas elecciones en las que ha triunfado Donald Trump, aun perdiendo el voto popular, presenta matices que requerirán de serios estudios en el campo de las Ciencias Politicas. No hay dudas de que la mitad de los estadounidenses compraron el discurso de Trump. Y todos conocemos cual fue su propuesta.

La familia estadounidense está dividida y nos hace recordar el escenario previo a la guerra de secesión del 1861 que casi hizo colapsar esa sociedad. Guardando la distancia, características y circunstancias.

El investigador Ruso Daniel Estulín insistió en que existía una fuerza supranacional que prefería a Donald Trump por la debilidad de los demócratas para conservar los intereses del imperio. Yo mismo manifesté ” El señor Trump no está loco, obedece a un grupo de poder que le pauta un libreto a seguir”.