Opinión

Ajedrez geopolítico

Con el arribo anoche al país del canciller Wang Yi, República Dominicana inicia formalmente una etapa histórica en el ámbito de las relaciones internacionales en rol de ficha relevante del ajedrez geopolítico que disputan Estados Unidos y China Popular.

De las naciones de Centroamérica y el Caribe que últimamente rompieron nexos diplomáticos con Taiwán para establecerlos con Beijing, el destino dominicano se erige como el de mayor importancia o relevancia política tanto para China como para Washington.

La mayor ventaja que ofrece Panamá en su nueva relación con la potencia asiática sería su canal interoceánico y su condición de centro financiero internacional, pero ambos atributos ya estaban disponibles para cualquier país o ente corporativo, en tanto que El Salvador ofrece similares atractivos que sus pares de Centroamérica.

República Dominicana, en cambio, se erige como un conveniente puerto de trasbordo de mercadería china que ingresaría al mercado de Estados Unidos, después de recibir algún tipo de valor agregado en territorio nacional, dada la cercanía del país a los principales puertos del este estadounidense.

Santo Domingo posee un sector financiero fuerte y eficiente, modernas terminales marítimas, excelente infraestructura vial, mano de obra competitiva y una economía en crecimiento y expansión sostenida, entre otros atributos que atraerían inversiones chinas.

Llama la atención que en el momento de arribo al país del canciller chino, su homólogo dominicano participaba de una recepción ofrecida por la nueva embajadora de Estados Unidos, Robin Bernstein, clara señal de que el país ha superado la condición de “república bananera”.

La visita del canciller Yi es tan auspiciosa como la llegada de la embajadora Bernstein, toda vez que el deber de República Dominicana es el de cultivar buenas relaciones con esas naciones en un marco de respeto y mutuo reconocimiento de derechos soberanos y autodeterminación.

En este nuevo escenario diplomático, el Gobierno debe exhibir habilidades especiales en sus nexos con Washington y Beijing, para convertir confrontación en cooperación y presión en cortejo, de manera que la nación pueda beneficiarse de manera sustancial del comercio, inversión, tecnología y cooperación bilateral disponibles en esas potencias mundiales.

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