La misma guayaba
Los guardias y policías,
siempre en la misma esquina,
ya no le dan mala espina
al que hace tropelías,
pues la costumbre desvía
al que tomaba en la huida
una ruta establecida
para entrar por donde sale.
Aquí la vida no vale
¡una guayaba podrida!
Hoy matan por ver caer
en actos estrafalarios
o contratando sicarios
en grosero proceder,
aniquilan algún ser
cercenado en la estampida,
pues de forma consabida
ya la vida es un botín
que no vale en mi confín
¡una guayaba podrida!
Las calles no iluminadas
parecen boca de lobo,
azuzando abuso, robo,
atracos a mano armada.
Ciudad posible violada
de hacinamiento y herida,
tan cruel y tan desteñida
que el plan de barrio se guro resulta más que inseguro:
¡una guayaba podrida!
Por doquier hay un matón
que se sale con la suya,
mientras otros tiran puya
hablando de reelección,
parece que su razón
se pierde sin acogida
en búsqueda de ”comida”
de forma muy imprudente; no valen,
dice la gente,
¡una guayaba podrida!
De continuar el entuerto
de un país tan inseguro
por mi madrecita juro
que aquí sobrarán los muertos y los campos serán huertos de tumbas donde acogida se le da a gente querida; a otra en los matorrales. Aquí la vida no vale
¡una guayaba podrida!
Los crímenes “ han bajado”, porque ya quedamos pocos, aquí uno se hace el loco o resultamos matados.
Viendo que ese resultado es una cifra podrida que se vuelve pervertida porque no es la verdad, es la vida en la ciudad
¡una guayaba podrida!