Opinión

Ajititi

Ajititi

Yo soy otro
Ahora resulta que yo no soy yo.
El decreto 175-17 me ha permitido, sin embargo, conocerme.

A Danilo le agradezco la dicha de reencontrarme con amigos que habían guardado el cariño que me profesaban en las ánforas blindadas del ostracismo.

Me han llamado decenas de jubilosas personas motivadas por el nombramiento del señor José Jáquez como subdirector del Fondo Especializado para el Desarrollo Agropecuario (FEDA).

No puedo ser yo el nombrado porque siempre he estado en el Fondo, tal vez porque no soy superficial y no quiero salir a flote a nadar en presurosas y turbias aguas.

Es mucha la coincidencia: soy señor, eso creo, José y Jáquez. Pero no. Igualito a mi nombre, aunque aquí hay cosas que no tienen nombre, como los de la lista de Odebrecht, papeles que no han jugado un buen papel y que en vez de limpiar ensucian.

Quisiera sorprender a Danilo en una visita sorpresa para que me saque de la duda, pero no hay dudas de que el subdirector del FEDA no soy yo, pues llevo años por ver a Simón y a Francisco Javier y, por lo visto, no quieren que yo los vea; menos podré entrevistarme con el Presidente.

Me hubiera gustado poder decirle a Frank que el segmento televisivo Krreterieando, el cual conduzco, es un genuino promotor del turismo en el país, destacando sólo lo positivo de nuestras bondades naturales, pero la carretera se agota y estamos llegando al abismo. A Simón Lizardo, que he esperado en el Banco, agotadas las Reservas, sin poder batear.

Todo desmiente que el José Jáquez nombrado por decreto sea yo.

El mejor decreto que he recibido fue a principio de 1990, cuando el inolvidable Profesor Juan Bosch manifestó admiración espontánea a mi trabajo, que está llegando a las tres décadas en El Nacional, y que me ha servido de estímulo y guía para mantener incólumes los principios de probidad, decoro y dignidad.

Lo más lejos que algunos peledeístas tenían era lo cerca que yo estaba de Don Juan, quien catapultó mis greguerías con estas palabras: “José Jáquez juega con la capacidad de la lengua española que le permite decir una cosa y al mismo tiempo decir lo contrario de lo que dijo palabras antes, un extraño don que descubrió este autor sin que necesita dedicarle al estudio de la lengua el largo tiempo que le han dedicado otros para conocer sus misteriosas entrañas, ésas a cuyo conocimiento le dedicaron su vida Dámado Alonso y Pedro Henríquez Ureña”.

Reitero que no soy yo el del FEDA, pero creo tener ingenio para dirigir el CEA; madera para conducir a Foresta y materia gris para ser director de la Policía.

No tengo “tierritas” por ahí para estar en el IAD ni vacas sagradas para que me nombren en Ganadería. Tal vez yo sería útil en los Comedores Económicos, pues algunas personas dicen que aún yo sirvo.

Como nunca he bajado la guardia, rehusaría ir a la Defensa Civil, como tampoco a Obras Públicas, al ser yo un acérrimo enemigo de “hacer puente”.

A lo único que aspiro es abonar siempre este Ají, que no le hace sombra a Agricultura, porque no tengo granos para dirigir Inespre. Ni para ser político.

El Nacional

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