Opinión

Ajititi

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A El Men: el último reducto de la izquierda
Abatido en la hostil escaramuza del olvido, ha caído el cuerpo ya cansado de tantos avatares, del legendario y combativo revolucionario Jorge Puello Soriano, el último reducto de la izquierda verdedera.
Sin embargo, sus ideas recorren las insurrectas calles de San Carlos, defendiendo, fusil en mano, el honor de la patria pisoteada por el yanqui invasor.

Con sus ojos sin luz y la azarosa soledad que le acompañó en sus últimos años, El Men mantuvo incólume su rebeldía, sus preceptos comunistas y su visión hacia la consecución de un mundo mejor para los desposeídos.

Su barba hirsuta, su gorra negra de sonero, son un espejo que refracta, entre otras particularidades, los detalles simples y lumimosos de un hombre de pueblo que la persecución, las torturas ni la cárcel fueron capaces de doblegar.

Mantuvo las mismas convicciones que corrieron como sangre rebelde por su cuerpo moreno y espigado desde los años aleves de la tiranía trujillista, pasando por sus días luminosos como combatiente de la Revolución de Abril y por los aciagos 12 años de Balaguer.

Apegado siempre al marxismo leninismo, idiología en extinción en un país lleno de tránsfugas y lúmpenes, El Men fue un hombre que disfrutó la riqueza de su creencia, la que defendió sin dotes de tribunos alquilado y sin pretensiones intelectualoides.

Siguió viviendo con la humildad revolucionaria heredada de las fábricas, en las que nació su amor al trabajo y a la lucha por las reivindicaciones de los obreros. Fue un zapatero que sufrió en carne propia los golpes de la desesperanza y los aullidos del hambre. No obstante, se mantuvo hasta el final de sus días enhiesto en sus principios e inquebrantable en su ejemplo revolucionario.

¡Qué bueno sería aprender a ser como El Men!

Y como nada aprende mejor el hombre que lo que hace por su propia cuenta, el emepedeísta consagrado aprendió a ser revolucionario y murió sabiendo ser comunista.

El Nacional

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