Opinión

Ajititi

Ajititi

¡Me echaron un gorro!
Los esposos estamos muy incómodos con un bendito gorrito de mallita que se han encontrado las mujeres para recogerse el pelo en las noches, y no vemos el día en que éstas se deshagan de lo que definimos como desagradable monería.

Yo, particularmente, tengo el gorrito negro de mi adorada esposa más arriba del moño.

Por culpa del trapito de marras, mi matrimonio está al punto de jugarse la cabellera, como en los tiempos en que mi entrañable amigo Jack era el Veneno de los luchadores, a ver si logro vencer en el cuadrilátero del amor y no tirar la toalla.

Es que se ve tan diferente con ese atuendo importado. La quiero como cuando sale galana para el trabajo todas las mañanas, exhibiendo su pelo muerto, por el que me desvivo.
A veces pienso que me he confundido de cama, pues en verdad mi compañera no es la misma que yo conozco hace 23 años.
Nunca fue al lecho nupcial sin lucir su boca de grana, sin su cabellera suelta, la que me amarró como un manso potro que aún no pierde los estribos en la amplia sabana del amor.
Le permito el azaroso gorrito a contrapelo, para evitar “jaladera de greña”.

Por un pelito no abandono la cama una de estas noches, pues por primera vez en la vida creí haber despertado al lado de un hombre, lo que sería una vergüenza para un machito como yo, autor intelectual y material de dos hembras bellísimas y de un varón más alto que yo, pero no más grande.

El gorrito tiene la magia de que a las mujeres que lo usan sólo se les ven las orejas, pero no es de caballeros halárselas, pues sería una agresión que retumbaría en los oídos de todas las feministas de la bolita del mundo.

Si fueron los chinos que inventaron el trapito ese, nos la han puesto en China a los que deseamos una esposa que no constituya un dolor de cabeza para nosotros.

Las que han perdido la cabeza son las que se atreven a salir a la calle con el gorrito de mallita, ocultando tal vez una hermosa cabellera con la que se podría “negociar” un amor pelo a pelo.
¡Qué gorrito que ha dado tela por donde cortar!

Si me topo con el pelado que puso de ridículas a las mujeres de hoy, que no saque la cabeza, porque meto la pata y le tapo la boca con el mismo gorrito hasta que pida cacao o se convierta en mucha espuma y poco chocolate.

Ahora bien, para tener una mujer con alas de cucaracha en la cabeza, la prefiero con el gorrito negro de mallita, al que odio más que a la reelección, porque el primero enreda el cabello, y la última a los incautos.

El Nacional

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